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Oscar Wilde decía que: «Para la mayoría la verdadera vida es la que que no llevamos». Lo cual es completamente cierto. Muchos pecamos de omisión. Soñamos sí, y es importantísimo soñar, pero es tan importante soñar como actuar… como construir la vida que queremos no olvidando un tercer paso: gozar aquello que ya hemos logrado. Me explico:
Siempre es importante bosquejar, planear e incluso soñar en la vida que deseamos, pero como bien dice Alan Percy en su libro de «El Coaching de Oscar Wilde»: «El drama de muchos es la espera de que suceda algo especial o diferente que nos permita VIVIR con mayúsculas». Y, es justamente esa actitud pasiva la que nos impide arrancar.
No tenemos un plan de arranque para ejecutar todos los días, cosas que nos acerquen a la olla detrás del arco iris.
Hay un dicho que dice: “Si no haces hoy cosas que te acerquen a lo que deseas, estarás condenado a vivir lo que no deseas.” Me parece que lo que agrava el problema es que se ve tan lejos la posibilidad de lograr el sueño, que nos quedamos en el camino con la idea equivocada de que no tenemos la palanca o las herramientas suficientes o necesarias.
A mí me encanta mi vida, sin descartar que todavía puede –y estoy seguro que puede– mejorar aún más. Pero debo decir que la soñé hace muchos, pero muchos años. Y, posteriormente hace como ocho, comencé a trabajar todos los días para acercarme a esa meta. Hoy, definitivamente puedo decir que tengo la fortuna de tener la vida que quiero desde hace justamente un año. Me tomó años prepararla y tomar la decisión de llevarla a cabo, pero lo hice… y lo ejecuté todos los días.
Si la gente entendiera claramente los pasos a dar y tomara en cuenta que «Roma no se hizo en un día» no dejaría de esforzarse en buscar lo que se ve tan lejano. Lo que pasa es que, para mi gusto, a esa frase, hay que agregarle: «…pero tampoco se suspendieron los trabajos de construcción ni un sólo momento».
En definitiva, no podemos quedarnos en el sueño viviendo una vida que no es la que deseamos, por buena que aparente ser.
Si trabajamos sin miedo (por lo menos en unos momentos del día), todos los días construyendo lo que queremos, sin duda nos acercaremos cada vez más, al grado de que nos enfrentaremos a un dilema no menos difícil que es el de tomar la decisión de empezar a VIVIR, con mayúsculas… aunque nos dé temor dejar los beneficios actuales, y más miedo aún, quemar las naves para no tener la tentación de dar marcha atrás.
No importa que se trate de la parte profesional o personal, el proceso es el mismo. Es importante trazar un mapa de nuestra VIDA y definir la estrategia. Empezar a hacer cosas todos los días que nos acerquen a lograrlo, decidirnos a dar el gran paso de abandonar, para volver a comenzar y ver hacia adelante… en una palabra… VOLAR.
Seguramente extrañaremos algunas cosas que dejamos de nuestra vida anterior, pero lo importante es motivarnos con lo bueno de la nueva vida y disfrutarlo, y enfocarnos en vislumbrar vívidamente ese futuro.
Cada día me convenzo más que este proceso es el indicado y que se deben hacer altos en el camino para afinar detalles y aplicar iterativamente el proceso y buscar una mejora continua.
Está en nosotros vivir la vida que queremos vivir.
Al final del día si no nos aplicamos en construirla, tendremos que conformarnos con la que las circunstancias nos hayan permitido, que seguramente no será aquélla que elegiríamos, si sólo comprendiéramos que SI es posible lograrla.
Como dicen por ahí…
“Si no eres tú, quién…
Si no es aquí, dónde…
Si no es ahora, cuándo.”
Unsung Hero (Link del video)
Cada vez me convenzo más de que la mejor fórmula en la vida para hacer que el éxito nos encuentre, es sirviendo.
Hace ya un año que decidí ser auto-empleado. Dejar la zona de confort no fue fácil; me tardé nada más 35 años para perderle el miedo a renunciar a la seguridad de las maravillosas quincenas, atractivos bonos, viajes, prestaciones, un ejército de colaboradores y el glamour de ser alto directivo de una empresa aseguradora, para lanzarme al mundo del auto-empleo, donde no hay nada de lo que acabo de mencionar, donde nadie te manda, pero subsistes solo. Donde cambias el título nobiliario (laboral) y el poder que envuelve una posición, por ser más tú, por conocer tu verdadero potencial y encontrarte más contigo mismo.
Debo decir que no ha pasado un solo día en el que me haya arrepentido y haya pasado por mi cabeza la remota posibilidad de volverme a meter a una jaula de oro. Resulta, pues, que soy un afortunado y un bendecido por la vida, porque en un año en donde nuestros brillantes políticos tienen la economía parada, no he sufrido por falta de ingresos y menos si se trata de satisfacciones profesionales. En cada una de mis muchas actividades como auto-empleado he obtenido retribución económica y, lo más importante, regalos para mi crecimiento interno.
Me gusta dar conferencias de desarrollo humano y, cada vez que tengo la oportunidad de estar frente a un auditorio para compartir algunos hallazgos de esos que la vida permite encontrar sólo a aquellos que se encuentran en la búsqueda, termino por aprender más y descubrir nuevos tesoros. Aquí se vuelve a cumplir la paradoja de la vida de quequién más da, más recibe.
He gozado de la confianza de gente que me ha permitido darle consultoría y he obtenido grandes enseñanzas no sólo al ofrecerles soluciones a problemáticas que les preocupaban, sino al buscar comprender su negocio y hacer algo más por ellos, tratando, en verdad, de transformar el concepto tradicional de ventas metafóricamente de “calle” (donde el que vende busca sólo eso: vender) … a un concepto de “avenida», obteniendo el flujo en dos sentidos… … y lograr un ganar/ganar, siempre a través de la acción mágica: “Servir”.
Estoy cada día más convencido de que lo que dice Stephen Covey: “Buscar comprender, antes que ser comprendido” es una ley de convivencia y felicidad… de vida. En la vida personal, ni se diga y, en los negocios, no hay cliente que no valore que en vez de tratar de venderle algo, en verdad te intereses en ayudarle a resolver una situación complicada.
Por supuesto que me llama la atención y es triste confirmar que muchos que se encuentran en una zona de confort no se preocupan por servir, sino por cuidar la chamba. Son tan hábiles patinando para satisfacer el mínimo deseo del “jefe” o incluso para adivinarlo antes que lo exprese, que es difícil para los altos directivos detectarlo y ver que en vez de servir a los clientes, son serviles con sus jefes dejando un extraordinario hueco en lo que verdaderamente significa la razón de ser de todas las empresas: SERVIR AL CLIENTE.
Otra de mis actividades es hacer “intermediaciones” acercando a aseguradoras y clientes a resolver enredos en los que, por lo general, pierden ambos y más cuando se encierran en querer tener la razón más que en resolver el conflicto. Me da gusto poder apoyarlos, lo cual va muy bien con mi concepto de cambiar las calles por avenidas y hacer que las cosas fluyan en ambos sentidos.
Cada día doy gracias a la vida por las oportunidades que me da de servir, de sentirme útil. La verdad es que no extraño para nada el glamour del corporativismo y no cejaré en mi intento de ayudar a tener un México mejor, a través de ser un mejor individuo de lo que fui el día de ayer y como cereza del pastel resulta que esta fórmula de querer servir, de mantenerme como un eterno aprendiz y de tratar de trasformar las calles en avenidas, además de muy divertida, está resultando notablemente productiva.
Cierro sugiriéndote que cada vez que estés ante alguien, no pienses nada más en cómo obtener un beneficio para ti (o para tu compañía), empieza por entender la necesidad de la persona y trata de servirlo, la vida misma se encargará de recompensarte.
Te recomiendo ver el video al que se refiere la fotografía que acompaña esta reflexión: htpp//thaigoodstories.com.
“Sé el cambio que deseas ver en el mundo”. Gandhi
Una de las cosas maravillosas de tener «hijos geriátricos” o lo que algunos de mis amigos llaman «hijos nietos», porque ahora que empiezo la carrera del “abuelaje” con los nietos de verdad y le hago finalmente el honor al apodo que mi padre me puso cuando tenía sólo 5 años y se me quedó para toda la vida: «El abuelo», tengo todavía hijos de 7 y 5 años, resultado de que decidí volver a empezar y hacer un segundo matrimonio; es que nos obliga a rejuvenecer a fuerza, y hacer cosas que de otra manera no haríamos, como ir al cine a ver películas de niños.
Ahora una de las películas de niños de moda y que ha tenido gran éxito es » Frozen» (Una aventura congelada) la cual muestra que la magia de Disney sigue vigente y trata de una historia de amor muy bonita que no es sobre el amor de pareja, sino del amor entre dos hermanas.
En esta bella historia hay como en muchas películas de Disney momentos mágicos, en los que en el marco de una canción engloban toda una historia cargada de hermosos mensajes, sentimientos y enseñanzas de vida y definitivamente en “Frozen” no es la excepción.
En la película aún cuando mezclan algunas situaciones que caen en el mundo de la fantasía, tienen la habilidad de darles el toque de realidad y la enseñanza que siempre la vida tiene para ofrecernos.
Entonces en la película como en la vida, suceden cosas que de una manera u otra separan a las hermanas en contra de su voluntad, pero la magia del amor permanece y termina por vencer cualquier situación.
Pero ese momento mágico al que me refiero se plasma en una bonita canción que se llama : ¿Y si hacemos un muñeco?, ya que una vez que las hermanas no pueden gozar de estar juntas, la hermana menor sin comprender el motivo por el cual su hermana se aleja en contra de su voluntad , la busca una y otra vez inventando cualquier pretexto y sugiriendo todo lo que se le ocurre para tratar de convencer a su hermana de salir de su habitación para jugar con ella, sin saber que su hermana daría cualquier cosa por poderlo hacer y la invitación más poderosa que puede hacerle es invitarla a jugar con ella como solían hacerlo al hacer un muñeco de nieve.
Más tarde cuando crecen, la hermana menor sigue insistiendo y siempre vuelve a la carga tratando de convencer a su hermana de pasar tiempo juntas y al no encontrar la fórmula para convencer a su hermana, la sugerencia vuelve a ser la reiterada invitación: ¿Y si hacemos un muñeco?
En la vida real también suceden cosas que separan físicamente a las hermanas y por más complicadas que sean las cosas, jamás nada, nada, podrá vencer el amor que se profesan las dos hermanas. Mis adoradas hijas Mariana y Ximena también vivieron una separación cuando apenas estaban en etapa de formación y al igual que las pequeñas de la película, aún queriendo estar juntas, la vida les tiró los dados de manera que tuvieron que tomar caminos separados, pero nunca dejaron de amarse y de procurar apoyarse en todo momento.
Hoy día, Ximena ya casada y con una pequeña y Mariana a unos días de casarse y emprender su propia aventura, llevan casi 10 años viviendo separadas. Y la magia aparece nuevamente cuando se invitan mutuamente a pasar unos días solas en Cuernavaca, en un hotel al que solíamos ir cuando eran pequeñas para vivir un espacio para ellas dos.
No puedo dejar de darle gracias a la vida porque veo día a día como se siguen amando y apoyando en toda situación. Me siguen sorprendiendo por la grandeza de sus corazones y me siguen enterneciendo y maravillando con hermosos detalles para su Marisa su madre, para Tanya mi esposa, para mis hijos Emilio y Natalia (sus hermanos), para mi nieta Maria y por supuesto para mí.
Por eso, ahora que estoy en mi oficina escribiendo estas líneas y me llega un mensaje de mis hijas adjuntando una fotografía de la mesa que están compartiendo en el jardín del hotel, disfrutando de “estar con la hermana adorada”, en un espacio que ambas están conscientes que no han tenido desde hace 10 años y que no se volverá a presentar en la misma circunstancia y me adjuntan un mensaje que dice: “Sólo nos faltas tú”, no puedo más que dejar fluir las lágrimas y dar gracias a la vida, por tanto y tanto amor.
Hace algunos meses me invitaron a formar parte de un proyecto en el cual dudé en participar, ya que buscaban expertos que pudiesen compartir su experiencia en la conformación de un espíritu de éxito. Sin embargo, después de platicar sobre la idea y los conceptos, me entusiasmó formar parte del proyecto, aclarando que mi aportación se basaba en la experiencia de una persona que se encuentra muy lejos de considerarse un experto en nada y que si de alguna manera pudiese definirse a sí mismo seria como «un eterno aprendiz”.
La experiencia ha sido por demás enriquecedora para mi, comprobando momento a momento mi convicción de que cuando alguien trata de compartir un concepto sobre cualquier cosa, termina aprendiendo más que las personas con quien trata de compartirlo.
De tal manera que el proyecto se llevó a cabo y hoy tengo el honor de ser parte de un grupo de doce autores latinoamericanos que exponen su visión de lo que es un «espíritu de éxito» y como se conforma.
Cada persona tiene su experiencia y su especial enfoque o ángulo de la vida y cada cual tiene su individual concepto de algo tan peculiar como el éxito y sobre todo, que nos referimos a tener éxito en la vida. Desafortunadamente en éste mundo material, la mayoría de las personas asocian el éxito con lo material, exclusivamente, lo cual desde mi ángulo es una manera muy limitada de éste concepto, por lo cual yo voy más con la acepción y definición de éxito de Webster, que se refiere a «triunfo, lograr lo que se pretende» así una madre que logra su propósito de formar a sus hijos, haciendo de ellos gente de bien y lo logra, es, sin duda, una persona exitosa.
Debo comentar que es mi primera experiencia como autor de un libro y que me siento orgulloso de compartir créditos con 11 coautores, de los cuales, la gran mayoría tiene un amplio recorrido, tanto en la publicación de libros, como en el ámbito del desarrollo humano.
Desde mi perspectiva, el contar con doce mapas, diferentes de como lograr el éxito, es un gran apoyo, pero al final del día el mapa del viaje y la estrategia para lograrlo tiene que ser un logro personal basado totalmente en una estrategia individual… Podemos tomar lo que nos agrada de alguien, más nunca copiar un estilo, cada cual lo tiene que hacerlo a su manera. sólo así se consigue el éxito y mucho más importante, sólo así se conforma un «Espíritu de Éxito».
Te has hecho la pregunta de ¿qué significa tener éxito en la vida? ¿Qué significa ser exitoso? ¿Cómo se logra? Y ¿como se conforma un «espíritu de éxito»?
Es interesante observar como un concepto que en teoría debiese ser universal, puede ser tan personal a la vez, porque si les preguntásemos a cien personas exitosas que nos compartan su visión me atrevo a afirmar que cada concepto será diferente. Si bien habrá algunas coincidencias en algunos aspectos, jamás encontraremos dos conceptos y procesos iguales, como ejemplo podríamos tomar el libro de «Espíritu de Éxito», un mismo concepto, doce visiones y doce formas distintas para alcanzar una meta.
En mi capítulo hago referencia a tres conceptos de vital importancia para lograrlo: La actitud, el conocimiento y el compromiso.
La actitud, sobre todo en relación con dos aspectos de gran importancia, el primero es la actitud que debemos tener hacia el aprendizaje y la segunda es la actitud que debemos tener hacia el trabajo. En ambos somos en mi opinión, el resultado de lo que nos han enseñado y desafortunadamente como dice Serrat con todo el amor, la buena intención y la leche templada, pero nos han transmitido nuestros padres los paradigmas que ellos consideraron correctos, buscando nuestro bien, pero alejándonos de lo que me parece, es la ¡verdad! y la cual si la conociéramos, como bien diría Jesús, simplemente ¡nos haríamos libres!
En ambos conceptos aporto una opinión personal, un punto de vista distinto y quizás hasta paradójico, si lo comparamos con las visiones generalizadas de dichos conceptos, las cuales han sido aceptadas por la mayoría de la gente, sin embargo, en mi opinión vale la pena revisar nuestras propias visiones sobre dichos aspectos y cuestionarnos la validez de dichos paradigmas.
En el caso de la actitud hacia el aprendizaje mi propuesta es cambiar la visión que nos han dado y la cual hemos aceptado sobre ello, ya que nos han acostumbrado a certificados, títulos profesionales, maestrías, doctorados y todo tipo de constancias que indican que «ya estamos capacitados» , lo que no nos dicen es que el aprendizaje en ésta vida es eterno y progresivo y que nunca dejamos de aprender, por lo que siempre tendremos espacio para aprender más, para precisar más, para profundizar más, sobre cualquier tema y que al tratar de enseñar algo, paradójicamente aprendemos más, por eso hay un dicho que dice que: «el maestro vive en los zapatos del alumno» y otro que reza que: «cuando el aprendiz está listo, aparece el maestro». Por ello es que para mÍ, el ser experto en algo es totalmente relativo y por ello es que me considero «un eterno aprendiz».
Lo mismo ocurre con el concepto del trabajo, en mi opinión nos han enseñado mal, nos han transmitido que el trabajo es una obligación, algo que hay que hacer, incluso la acepción más antigua que posiblemente exista del trabajo es que es una maldición o castigo bíblico, la cual se remonta al pasaje de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Un lugar en el que se supone la pareja vivía en una inocente ignorancia y en el cual no había que trabajar. Adán y Eva son expulsados con el castigo de tener que «trabajar».
Incluso hay un dicho popular que dice que: «el trabajo es tan malo que pagan por hacerlo». Lo cual en mi opinión es un error garrafal, ya que el trabajo hay que verlo como el vehículo por excelencia para que un ser humano se desarrolle.
En la segunda parte de éste artículo haré referencia a los otros aspectos que se mencionan en mi capítulo del libro, al conocimiento y al compromiso.
Me hubiese encantado ponerle a esta reflexión “Procastinando la Vida”, pero la palabra “procastinación” no existe en español. En inglés es “procastination”; es una palabra que aprendí recientemente pero que tiene un significado simple y a la vez fuerte, ya que significa: “dejar las cosas para después”, pensando que aún hay tiempo.
¡Qué fuerte! ¿A quién no le pasa esto? Una de las cosas más complicadas es tomar la decisión de ¿qué hacer, lo importante o lo urgente? Hay una buena frase que dice: “de lo importante, lo urgente y de lo urgente, lo importante”… En la realidad no es tan fácil.
El problema es ¿cómo priorizamos y por dónde empezamos? Yo recuerdo que de niño regresaba cansado de la escuela y una vez comido y con energía recargada, venía la gran disyuntiva: ¿jugar o hacer la tarea? Como todo niño yo “quería” jugar, pero sabía que “debía” hacer la tarea. Y como ganaba el deseo de vivir, natural de la infancia, primero jugaba y luego hacía la tarea. No sabía la clase de trampa que estaba tejiendo desde pequeño, al grado que por extender las horas de juego, llegué a pensar que “funcionaba mejor bajo presión”. Esto lo seguimos pensando de adultos, vivimos atrapados en esa trampa y, así, vamos haciendo ese peligroso juego que llaman los americanos e ingleses “procastination”.
Con el pasar de los años me he dado cuenta que la verdadera alegría de la vida está en “aprender y vivir” en vez de jugar, le vamos dando más importancia al deber que al placer, pero eso no resuelve el problema, porque el virus de “dejar las cosas para después” sigue ahí.
Y no nos damos cuenta que nos estamos engañando a nosotros mismos o como dicen coloquialmente: “nos damos el avión” y con el pretexto de hacer lo que tenemos que hacer, no hacemos lo que es esencial en la vida: VIVIR.
¿Cómo hacer para arrancar? para tomar esa decisión tan importante y simplemente empezar a vivir como nos gustaría. Hace poco escribí en la red una frase que leí por ahí, que decía que cuando tenemos que elegir entre dos cosas y tuviéramos dudas, “echáramos un volado”, es decir lanzar una moneda, otorgándole a una de las posibilidades el águila y a la otra el sol.
Esto no funciona para que la suerte nos defina qué hacer, sino, para que en el preciso instante en que la moneda está en el aire, justamente antes de caer, «brote el deseo» y nos permita “sentir” en dónde quisiéramos realmente que cayera y así usar esta argucia para tentar al subconsciente y permitir que, por un momento, el corazón venciera al intelecto y sentir lo que racionalmente callamos.
Sí, porque lo grave es que hay muchas cosas que “dejamos para después”. Nada más equivocado, porque lo hacemos sobre todo para las cosas que realmente quisiéramos hacer en la vida. Quizás un poco por temor, quizás porque pensamos que “ ya habrá tiempo para ello” y el problema es que la vida se nos va sin vivir a nuestra manera. Imagínense qué belleza que pudiésemos decir al final de nuestros días lo que dice la canción que inmortalizó Frank Sinatra “I did it my way”, y en castellano, grandes autores como Estela Raval y Raphael hicieron con las versiones tituladas «A mi Modo» y » A mi Manera», respectivamente, y que expresan la idea central del autor (Paul Anka) que dice: Ahora que el final se acerca, puedo decir que viví a mi manera.
“ Bronnie Ware, la escritora y cantante australiana, después de varios años de estudio de muchos casos de pacientes terminales, escribió el libro «Los cinco principales arrepentimientos de los que van a morir».
Lo interesante es que no hubo ninguna mención al sexo, ni a emociones vibrantes como hacer el puenting, tirarse en paracaídas o a los clásicos de escribir un libro o plantar un árbol.
Lo que descubrió Ware después de centenares de entrevistas con enfermos a punto de morir es que sus cinco principales lamentos eran:
1. Ojalá hubiera vivido a mi manera complaciéndome a mí mismo y menos a los demás.
2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro (sobre todo los varones)… no me hubiera perdido de la infancia de mis hijos y hubiera disfrutado más a mi pareja.
3. Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos más a menudo. Muchas veces las personas renuncian a sus sueños e ideales por complacer a los demás y esa frustración es el origen de muchas enfermedades.
4. Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos, porque son un incalculable tesoro.
5. Ojalá me hubiera atrevido a verdaderamente ser feliz.
Estos cinco “ojalás” nos muestran cómo vivimos atrapados en viejos patrones y hábitos. Yo te preguntaría a ti, lector: ¿Qué cosas importantes quisieras hacer en tu vida, pero las estás dejando para después? …para cuando tengas tiempo… para cuando no tengas tantas obligaciones… para cuando te lo permitan tus ocupaciones… para cuando tengas tiempo para ti… para cuando tengas suficiente dinero o por el pretexto que tú quieras.
¿Cuándo vas a empezar a vivir a tu manera? Todos pensamos que aún tenemos tiempo, y… qué tal que no lo hubiera… qué tal que de repente te dijeran que te queda un mes de vida… quizás entonces escribirías al igual que tanta gente le describió a Ware sus lamentos más importantes.
Desde que el mundo es mundo, el hombre ha tenido enquistado en lo más profundo de su ser, aquello que llaman “anhelo de seguridad” es decir, busca a toda costa tener seguridad en su destino. Este concepto, junto con otros paradigmas, nos hacen aferrarnos a ciertas ideas con las que creemos sentirnos más seguros. La realidad es muy diferente. Hay muchos ejemplos en la vida que nos hacen ver que las cosas cambian, que lo único constante, es el cambio y que éste, se da a una velocidad impredecible. Dicho esto, nada nos garantiza que aferrarnos a esos paradigmas, nos hará estar más seguros. Para clarificar con un ejemplo, me gustaría mencionar que en la época que yo era niño nos enseñaban que debíamos estudiar para ser “alguien en la vida”. Esto implicaba obtener un título profesional. Y para completar el cuadro, para garantizar que nos fuera bien, lo deseable era contratarse con una empresa sólida para hacer carrera. Ese fue el paradigma que la mayoría de nuestra generación compramos a nuestros padres, abuelos y maestros como “lo que había que hacer”. Hoy me queda claro que yo sí lo compré. No en balde invertí 35 años de mi vida haciendo carrera en las compañías del sector asegurador y afortunadamente lo combiné con una experiencia de 28 años de pequeño empresario, lo que me brindó una atractiva y cómoda, pero peligrosa fórmula que, sin duda, me ha resultado en un muy buen nivel de vida, muchas satisfacciones y gran aprendizaje. Sin embargo, los cuestionamientos se agolpaban en mi cabeza y, en los últimos años, me cuestioné cada día más si estaba haciendo lo correcto, sobre todo en dos aspectos:
El primero: si no es que me encontraba en una una “zona de confort”, que me estuviera limitando a dar mucho más de mí mismo. Y el segundo y quizás mucho más grave: si no estaba cometiendo el pecado de gastar mi vida en una “jaula de oro”, que yo mismo había elegido y que no me permitía desarrollarme de manera óptima haciendo más de lo que más me gusta hacer y sobre todo, viviendo más como me gusta vivir. Después de mucho analizar ambos cuestionamientos, la respuesta era clara: sí. Sin embargo, aun cuando sabía, cuál era la decisión que debía tomar, persistía en mí el gran temor a lo desconocido y a dejar el ingreso quincenal seguro, el glamour y las prestaciones que significaba ser alto funcionario de una aseguradora. En cuanto a dejar la “zona de confort”, a menos de 30 días de operar bajo el nuevo esquema que elegí para generar mi sustento, no niego que por momentos, se han presentado lapsos de angustia por saberme en la incertidumbre de no estar ya en una nómina. Pero, conforme pasan los días y con cada paso que doy como independiente, percibo con gran ilusión el gran océano de oportunidades que se presentan para la gente que trabaja, no sólo con con deseos de generar riqueza, sino con la visión de dejar un legado a su paso por la vida. Y en cuanto a la “jaula de oro”, día a día me convenzo más, de que me encanta mi libertad; de que, es una verdad de a kilo eso que: “todo día dedicado a hacer lo que no te gusta hacer, pero que lo tienes que hacer por mandato, es un día perdido”… Sobre todo, día a día, me doy más cuenta, que es real ese pensamiento que reza: “todo aquello que puedas desear se encuentra del otro lado del miedo”.
Ayer la misa de entrega se cenizas de mi madre fue un exceso emocional… un agradecimiento a la vida. Tanta gente que la quería vistiendo de azul turquesa, pero sobre todo el amor, el apoyo y las lágrimas desde el alma de mi amada Tanya, de mis hijas adoradas Mariana y Ximena, que me abrazaron y acompañaron durante la despedida oficial de Teté, me hicieron derramar algunas que siento muy sanas. Hoy desperté antes de que sonara el despertador, escribí en la red un pensamiento que me compartió mi esposa. De pronto, apareció en el umbral de mi habitación Natalia –mi hija de cuatro años que nació el 26 de enero, el mismo día que mi madre– entreabrió la puerta y se quedó callada observándome. Le dije: “hola princesa”. En vez de acercarse y subir a la cama o decirme algo, cualquier cosa, se quedó ahí, parada, mirándome con una expresión indescriptible, como advirtiéndome que debía poner atención a lo que venía. Le llamé “ven princesa”, y, abriendo la sábana, la invité a recostarse conmigo. Se acurrucó en mi pecho y levantó varias veces la mirada para regalarme una sonrisa, lo cual no es nada habitual. Le dije: “te amo preciosa”, y entonces ocurrió la magia. Siempre que le digo: “te amo”, se limita a sonreír o a decirme, a veces…“Papi: ¿por qué siempre me dices eso?”. Sorprendentemente en ésta ocasión, la respuesta fue la misma que siempre me daba mi madre cuando le decía que la amaba: “Yo más”. Y volvió a mirarme con esa mirada indescifrable. Mi madre ya me había advertido que en ella iba a observar muchas cosas que me la recordarían cuando se fuera; pero no pensé que de una manera tan extraordinaria y tan pronto después de su partida. Era como si mi madre la aconsejara en su interior. Me pidió ponerle una película en el cuarto de televisión, explicándome que se había quedado a la mitad la noche anterior, pero que no quería despertar a su mamá. Así que me fui con ella, le puse su película y fue cuando encontré un mensaje de una amiga que me envió un regalo: el video de una hermosa canción que me ayudó a liberar lágrimas atrapadas, que como dice la misma: “me descansaron la pena, hasta la próxima vez y me recordaron que sólo se trata de vivir”. Aquí, la letra de la canción de Litto Nebbio, que interpretan a duo Mercedes Sosa y el propio autor: “Dicen que viajando, se fortalece el corazón… Pues andar nuevos caminos, te hace olvidar el anterior. Ojalá que eso pronto suceda… Así podrá descansar mi pena hasta la próxima vez. Y si encuentras una paloma herida, que te cuenta su poesía de haber amado y quebrantado otra ilusión… Seguro que al rato estará volando, inventando otra esperanza para volver a vivir. Creo que nadie puede dar una respuesta, ni decir qué puerta hay que tocar. Creo que a pesar de tanta melancolía, tanta pena y tanta herida, solo se trata de vivir. En mi alma hay una fecha vacía, es la del día que dijiste que tenias que partir. Debes andar por nuevos caminos, para descansar la pena hasta la próxima vez. Seguro que al rato estarás amando, inventando otra esperanza, para volver a vivir”. Y en verdad creo que…“sólo se trata de vivir”.
Muchas maneras hay de llamar a un ser extraordinario… Ella para mucha gente fue «Miss Berumen» la maestra de ballet de la academia Maddox, » La señora Molinar» como se le conoció en el club Asturiano o simplemente «Teté» como le llama su gente más querida…
Logró 91 años de una vida rica en afectos, sin embargo, la gente no la recordará por longeva, sino por ser una persona extraordinaria, una luchadora incansable, pocas personas más bravas cuando se trataba de alguno de sus ocho hijos y pocas con tanta alegría de vivir; algo que aprendió de su primer compañero de vida, mi padre, otro ser extraordinario.
Ella tuvo dos compañeros de vida, mi padre y mi hermana mayor, Cristina, quizás de las menos compatibles de carácter con ella, pero la vida les dio la oportunidad de compartir y conocerse tan a fondo, como para establecer una relación tan especial como pocas madres e hijas llegan a tener. Era simplemente hermoso ver como dos personas tan fuertes, llegaron a convivir y a entenderse solamente con la mirada… Creo que las dos aprendieron mucho, sobre todo del amor incondicional. Yo tenía la convicción de que el único Amor incondicional que existe es el de padres a hijos, mi hermana Cristina en su adoración por mi madre, simplemente me demostró que estaba equivocado.
Una persona de gran carácter, de extraordinario temple, teóloga autodidacta, en más de una ocasión la escuché aclararle cosas a varios sacerdotes que seguramente sin su explicación jamás hubiesen entendido.
Fue extraordinaria como hija, a pocas personas vi profesar un amor, una admiración y un respeto tan grande hacia su padre como a ella. Inmejorable como hermana, su único hermano Juan, simplemente la adoró. Como madre… simplemente ejemplar, sensible pero a la vez dura e imposible de doblegar cuando se trataba de mostrar firmeza, al grado de parecer de hielo, pocas madres tan amorosas y a la vez tan implacables. Le agradezco tanto su ejemplo, su competitividad, su valentía, su guía, su fortaleza, su persistencia, su amor incondicional.
Pocas mujeres entendían tanto de fútbol, aun recuerdo el peso de su crítica cuando yo lo jugaba. Siempre me dijo: «Nunca des una bola por perdida» que gran consejo; ahora lo uso para la vida. Su carácter le hizo darse a conocer durante la juventud de sus hijos, siguiendo al equipo «Laviana» de sus amores. En su vejez, no se perdía un juego del Barsa… después de la última operación, estando ya muy mal y de regreso a casa para partir, pidió ver el juego, la pasamos al reposet y aguantó todo el partido, disfrutando el triunfo vs el Rayo Vallecano 3-1, en el que Messi anotó dos y sirvió el tercero. Ay Leonel Mesi, ¿si supieras el tamaño de Fan que acabas de perder hoy?.
Nos dio un ejemplo de vida y fortaleza que sin duda nos hace sentir un gran orgullo y nos responsabiliza a vivir, a servir y a ser felices.
Siempre me hizo sentir tranquilo, ya que hablé mucho con ella acerca de la muerte. Esta no fue la única vez que la sacamos de un hospital con su anuencia para despedirse. Hubo otras hace años, en las que también estuvo a nada de irse, por lo que ya nos habíamos despedido. Sin embargo, salió adelante y bromeaba al respecto, como bien decía, agarró su segundo aire. Pero aunque estábamos conscientes de que se acercaba su partida, el que volviera una y otra vez a recuperarse y mantuviera ese deseo de vivir, nos dio esa engañosa tranquilidad de que siempre iba a estar.
Es raro Madre, sabíamos que tendría que pasar algún día, pero ahora que ha sucedido, se que va a ser triste y espero no llorarte mucho, ya lo he hecho en los preliminares de tu partida.
Compensaste en mucho la orfandad con respecto a mi padre, ahora, ambos se han marchado y entiendo más que nunca al autor de la canción que en la interpretación de Rocio Jurado dice: «¡Algo se me fue contigo, Madre, algo siento que me falta, Madre… las raíces de mi vida Madre, en tu vientre se quedaron, Madre, en la tierra que tu abonas, Madre, algo mío te acompaña, Madre!».
Ahora que estamos viviendo en México cosas nuevas de nuestra incipiente democracia, apenas a un par de meses del cambio de gobierno, en el que entra el partido que muchos mexicanos jurábamos no volvería, pero que ahora viene más fuerte que nunca, después de 12 años de un «Panísmo» que dejó mucho que desear, que cumplió mucho menos de lo que prometió, pero sobre todo, que la mayoría de los panístas demostraron mínimo oficio político y que en materia de corrupción y abuso no son diferentes y que en todos lados se cuecen habas; cada vez me convenzo más de varias premisas:
La primera es que el mal de México no se llama PRI, ni PAN, ni PRD, sino la » Familia Política Mexicana».
Una segunda, es que no estamos tan mal, ya que a pesar de lo que menciono hay muchas cosas que se han hecho bien.
Y la tercera que confirmo, es que con sus defectos muy particulares ambos grupos al menos están convencidos de que hay que cuidar la economía y por lo menos no toman el camino de aquellos paladines izquierdistas, que arrastrados por su ignorancia, necedad exacerbada y reconocida prepotencia enarbolando la bandera de «Salvadores de los pobres y de castigadores de empresarios» terminan por des-incentivar la inversión y el desarrollo económico del país.
En pocas palabras mi personal y subjetivo punto de vista es que: «Bendito sea Dios, no hemos caído en manos de la izquierda, porque estaríamos igual que varios pueblos hermanos latinoamericanos que han sido arrastrados por políticos de izquierda a una debacle de incertidumbre y desesperanza. Porque con la excepción de Lula Da Silva en Brasil, los demás izquierdistas que han llegado al poder se caracterizan por dos elementos a cual más de peligrosos: 1) Se entronizan en el poder y 2) Mientras más fracasan, se empecinan más en sus planteamientos, los cuales imponen a la fuerza. En todos los casos con la excepción mencionada promueven con su bandera de «dar a los que menos tienen» la mediocridad y la improductividad.
Por supuesto que me encantaría una izquierda bien intencionada, que tratara de mejorar las posibilidades y las condiciones de los que menos tienen, pero de manera inteligente, sin acostumbrar a los pobres a sólo estirar la mano y apoyando a cualquiera que genere fuentes de trabajo y que active la economía del país. Pero para ser franco, pocas he visto de esas.
Por lo anterior, estoy convencido que como dice el dicho de la sabiduría popular: » De los males, el menos». Y cuando ve uno por lo que están pasando algunos pueblos hermanos, nos damos cuenta que no debemos quejarnos tanto.
Ni hablar de Venezuela, más claro, ni el agua. Ojalá que con la partida a otro plano del individuo que tanto la deterioró su situación mejore. Pero ésta reflexión se centra en el pueblo argentino y quiero compartir el escrito de una amiga argentina, Florencia Gallino, que me encontré en las redes sociales, el cual en verdad me sacudió y me permito transcribirlo a continuación:
«ARGENTINA – TE QUIERO – Y NO TE QUIERO PERDER –
A todos,
Qué nos pasa…….?
Una sensación de impotencia, de frustración y abatimiento nos noqueó.
En muchas reuniones privadas, en el trabajo, en la calle, en los trenes, se comenta.
Pero siempre en privado. Ya parece no quedar nada del orgullo de ser argentino. Y no es la economía, ni siquiera el caso Ciccone, ni de los hermanos Schoklender.
No se trata de Moreno y su avasallamiento tercermundista, ni de Ley de Medios. El problema no es el tren de Once y los 52 hermanos que murieron… lamentablemente.
Ni tampoco el uso de las reservas. No se trata del paro de los maestros, ni de las mentiras del Indec, ni de la pesificacion.
El problema es otro. Estamos perdiendo en silencio a nuestra Argentina.
La metamorfosis es brutal.
El país que tenemos hoy no es el que imaginamos, y el país de mañana será mucho peor de lo que imaginamos.
No hay respeto, no hay educación, no hay diálogo.
La búsqueda de la excelencia se abandonó por completo.
Nos acostumbramos al atropello del poder político, al patoterismo.
Al corto plazo sin una visión de país que nos ilusione. Que nos enamore.
¿Qué queremos?
Queremos volver a sentir orgullo de ser argentinos
Viajar seguros, ver un desarrollo cultural sostenido.
Transitar por las calles sin piquetes
Escuchar a un presidente conectado con el mundo?
Decidir qué comprar, qué libros leer.
Respetar al maestro, los delincuentes presos.
Estadistas conduciendo al país.
Economistas manejando la economía.
Calma y paz, no al odio y la crispación.
Los tres poderes funcionando.
Comprar dólares, ó no.
Recibir cosas del mundo y poder enviar cosas al mundo.
Si querés lo mismo, circulá este mail.
En paz.
Argentina . te quiero !!!
Y no quiero perderte.-»
Leí y releí el mensaje de mi amiga Florencia y la sacudida me hizo pensar en los mexicanos que tanto nos quejamos, pero que en comparación con lo que están viviendo nuestros hermanos argentinos y no se diga los venezolanos, no estamos tan mal y lo único que puedo decir es que ese mensaje de mi amiga Florencia debemos aprovecharlo, es válido y también nos aplica.
A Florencia le digo que: No ceje en su intento de animar a sus compatriotas a recuperar la Argentina que ellos bien conocen, esa Argentina que no sólo quieren los argentinos, que tu lector y yo también queremos. Yo no soy argentino, soy orgullosamente mexicano, pero más que mexicano, lo repetiré siempre, me siento ciudadano del mundo y quiero lo mismo que Florencia para los hermanos argentinos. Pero también lo quiero para los venezolanos y para todos los pueblos del mundo incluyendo el mío.
Quiero que encuentren la fuerza y el camino de la «Resiliencia». Quiero que nadie se conforme, que nadie se acomode a vivir anestesiado con las promesas demagógicas de la clase política, que dice siempre estar a favor de los que menos tienen, pero que no demuestran con el ejemplo, ya que ninguno de ellos vive con austeridad.
Quiero que se revierta esa metamorfosis de la que habla Florencia para que nadie se acostumbre a ser ignorado por sus gobernantes. Que todo individuo tenga el derecho y ciertas facilidades para prepararse, superarse y tener cada vez un mejor futuro, soportado por su esfuerzo, inteligencia y creatividad.
Me parece un mensaje fuerte el de Florencia, pero creo que no sólo les viene bien a los argentinos, nos viene bien a todos. Ojalá que todos tomemos esa postura y que si algún día caemos en la desesperanza o simplemente en la zona de confort, siempre haya una Florencia que nos lance un mensaje que nos sacuda.
Hay quien dice que la forma hace el fondo y yo francamente no estoy de acuerdo. Yo, no es que diga que la forma no sea importante, por supuesto que siempre hay que cuidar las formas y cuando el fondo no tiene mucha importancia y la forma se descuida, se justifica más defenderla.
Siempre me ha gustado profundizar, me parece que hacerlo, siempre es un ejercicio interesante y conlleva un aprendizaje. Por otra parte, aunque soy un enamorado de la calidad, y me gustan las cosas bien hechas, estoy convencido, que el fondo jamás debe ser sacrificado por la forma.
En aspectos legales desafortunadamente nuestro poder judicial ha caído en lo que coloquialmente se le llama ser más papista que el Papa. Y le han dado tal peso a la forma que a veces ésta prevalece sobre el fondo o peor aún, se ha utilizado la forma como pretexto para eludir resolver adecuadamente el fondo.
A raíz del caso Florence Cassez, Luis Pasos escribió una reflexión que llamó: «La ley contra la justicia», en donde señala claramente la problemática.
Pasos se refiere a ello de la siguiente manera: «El fariseísmo jurídico o doctrinalmente lo podemos ubicar como un kelsenianismo radical, es decir, yo me concreto a cumplir con las formas de la ley».
Luis Pasos expone con claridad:
«Esa posición de muchos juzgadores nos lleva a preguntarnos si la falla está en los ministerios públicos que no consignan correctamente, por no reunir
pruebas suficientes para sustentar una acusación, o en algunos jueces que no les preocupa el fondo del asunto solo ven las formas.
Es necesario capacitar y fortalecer más a los ministerios públicos, muchos de los cuales poco hacen por integrar consignaciones bien fundamentadas, claves
para que los jueces puedan hacer justicia y no solo formalmente cumplir con la ley.
Hay casos en que los jueces investigan, desechan y piden pruebas, como el de Florence Cassez, pero en muchos otros toman la cómoda posición, muchas
veces por motivos políticos o económicos, de desechar consignaciones o declarar inocentes a criminales a todas luces culpables, por supuesta falta de
pruebas o violaciones secundarias al procedimiento.
Estamos a favor de un sistema de legalidad y de observancia de la ley, pero cuando criminales y corruptos utilizan la misma ley para evadir sus crímenes,
algo anda mal en nuestro sistema de impartición de justicia.
Es necesario fortalecer a los ministerios públicos, no sólo con mayores sueldos, sino con mejores instrumentos y leyes para que hagan mejor su chamba y
cambiar las reglas del Poder Judicial para que algunos de sus miembros no pongan como excusa el incumplimiento a formalidades de la ley para permitir
que se cometan injusticias, por poner la forma por arriba del fondo».
Yo añadiría que cuando se trata de aspectos tan delicados como los Derechos o Garantías Individuales plasmadas en la constitución las que se violan, la cosa se torna más grave y si las personas que imparten justicia se escudan en hacer que la ley se cumpla en aspectos procesales, olvidándose de la importancia del fondo, simplemente me parece aberrante.
Dice Bernard Shaw que: «Cuando un idiota hace algo que está mal, siempre dice que cumple con su deber». Y me parece que la aberración, estriba en defender el punto de que están para hacer justicia, porque el proceso debe ser impecable, olvidándose de que están faltando a lo que es verdaderamente importante: hacer justicia en lo fundamental.
A mí no me consta que esa mujer haya hecho lo que hizo, pero si el testimonio de varias personas que fueron mutiladas y torturadas por ella, no es suficiente, ¿que se requiere entonces para que se haga justicia?.
Me parece que el tema tristemente se reduce a dinero e intereses y eso no deja bien parado a México. Si un secuestrador sale libre por ese tipo de situaciones, así fuese miembro de la realeza europea o hijo de un mandatario de otro país, debería recaer sobre él todo el peso de la ley, de otra manera, ¿donde están nuestros valores?.
Me parece triste que haya abogados que con tal de obtener jugosos honorarios tengan la piel tan gruesa como para no comprender el dolor que sufrió tanta gente a manos de la Cassez y sirvan como medio para liberar a una secuestradora.
Ojalá que el Presidente de la suprema corte de justicia y los tres magistrados que votaron por liberarla, en verdad la crean inocente, de lo contrario que triste es para México pensar que aquellos que se supone, son la élite de nuestro sistema de justicia y que por ningún motivo debiesen tener un precio, puedan ser o comprados o permitan ser influenciados por cualquier otro medio. Y ojalá que nunca sufran en carne propia lo que pasaron las víctimas y sus familiares, porque si eso les ocurriera, ya parece que dejarían salir a la francesa porque hubo fallas en el proceso.
Y esa mujer, podrá haber evadido a la justicia mexicana, pero jamás podrá evitar los remordimientos que tarde o temprano se agolparán en su cabeza, porque seguro que tiene una alma y algún día surgirá a la luz.
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