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Derribar Barreras

Hoy en día está de moda la frase “Romper paradigmas” y, realmente, no es otra cosa que cambiar nuestra estructura o mapa mental sobre algo.

Reflexionando acerca de esto, vale la pena pensar cuántas barreras mentales nos hemos creado, y que tenemos tan arraigadas, que ya ni siquiera las cuestionamos. Nos sorprendería saber que únicamente depende de nosotros el derrumbarlas mentalmente.

En la India, cuando los elefantes son pequeños les amarran una pata a una cadena encajada al piso con una estaca para detenerlos.  Por un tiempo, luchan incansablemente hasta que llegan a convencerse que les es imposible zafarse.

El elefante se acostumbra a ello y cuando es adulto le siguen sujetando con el mismo método, para él sería relativamente sencillo arrancar de cuajo la estaca.  Sin embargo, no lo hace porque está convencido que no puede.  El elefante se generó una barrera mental cuando era pequeño, la cual persiste y queda arraigada en su edad adulta.

¿Cuántas estacas mentales tenemos? ¿Cuántas cosas hay que nos encantaría lograr? Pero pensamos que es imposible.

Me parece que debemos tener fe en que es posible derribar cualquier barrera mental, por imposible que nos parezca y buscar constantemente, hasta que se nos convierta en un hábito y se vuelva un reto a vencer el derribar berreras.

De esta manera, comenzaremos a elegir, no solamente barreras personales, sino comunitarias o sociales, mismas que tenemos la responsabilidad de derribar, simplemente por la obligación que tenemos de entregar un mundo mejor que aquél que hemos recibido.

Hace muchos años, en 1982 viviendo en Alemania, tuve la oportunidad de escuchar una conversación entre alemanes que discutían sobre la posibilidad de que se derribara el muro de Berlín y que se unificaran ambas Alemanias; a uno de ellos y a mí nos parecía una aberración.  Quién nos diría que antes de que pasaran ocho años, el muro de Berlín caería ante la mirada atónita del mundo.

A mí me parece que no hay mejor ejemplo de tirar una barrera que la que acabo de mencionar, ya que era una barrera a nivel global que, aún cuando nació de una idea, se tradujo en un auténtico muro que dividía a una nación, con dos formas de vida diferentes y que terminó por derribarse.

Recientemente, tuve la suerte y el honor de ser invitado a formar parte del patronato de una Institución de Asistencia Privada llamada “La Casita de San Ángel”, la cual cumple 25 años de ayudar a personas con algún tipo de discapacidad originada por algún daño neurológico. Fue impactante enterarme que el Instituto Mexicano del Seguro Social  (IMSS) no reconoce a estos muchachos como trabajadores cuando se pretende darlos de alta, lo cual dificulta el gran esfuerzo de integración a la sociedad productiva que hace la institución y los muchachos mismos.  Increíblemente, por el hecho de tener algún tipo de discapacidad no tienen derechos.

Ésta definitivamente es una barrera mental que se ha transformado en una barrera comunitaria o social que hay que derribar.

Elijamos nuestras batallas y pongamos manos a la obra, luchando incansablemente por mejorar nuestra vida, logrando cualquier cosa que nos propongamos, tanto en lo personal como en lo comunitario, porque una cosa sí es segura: en ambas, hay muchas barreras por derribar.

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