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Ser parte de un equipo, es parte de la vida misma, el hombre es gregario por naturaleza. En la manera de congregarse existen una y mil variables, y conformar un equipo tiene varios niveles y existen diversas definiciones… en lo personal, me llamó especialmente la atención un concepto que expresa Jorge Valdano sobre el equipo, en donde manifiesta que un equipo es “el escondite ideal para los flojos y mediocres y el trampolín perfecto para lograr potenciar nuestras habilidades”.

Nada más cierto y más profundo que eso, al enfocarme en la parte positiva del concepto y recordando que en la preparatoria, solía ser uno de los que brillaba en el equipo de fútbol representativo de La Salle. Un día el entrenador nos comentó con gran ilusión que se integraba un nuevo compañero que jugaría en la media cancha, la cual, a mi parecer lucía sin necesidad alguna de refuerzos, con Enrique Góngora conteniendo, Genaro Márquez (QEPD) y un servidor como volantes. Para mi fue una gran enseñanza, ya que cuando observé jugar al nuevo compañero, en verdad no me pareció nada fuera del otro mundo, de hecho si hubiese tenido que calificarlo diría que era un jugador con muy buena técnica, pero que jugaba demasiado simple, de hecho no entendía el motivo de tanta euforia por parte del entrenador por incorporar al nuevo elemento.

Fue solamente al pasar del tiempo, cuando comprendí la maravilla que representaba jugar al lado de ese compañero, que jugaba fácil, que me proyectaba subliminalmente a jugar mejor, a lucir más, a potenciar mis habilidades y a minimizar mis defectos, cubriendo sin mayores espavientos mis áreas ciegas, proporcionándome siempre el balón en posición cómoda, creando los espacios y agregando el ritmo que en ese momento necesitaba el juego, ya sea dando la pauta ó acelerando al recuperar, para causar más daño futbolístico al oponente.

Poco a poco pasé de ser un medio volante que cubría la parte izquierda de la cancha a ser un volante atacante que se desenvolvía libremente por cualquier lado de la cancha, potenciando mi creatividad en el ataque y sin preocuparme de otros temas que claramente cubría Jorge (ese nuevo compañero), quién además era un apoyo increíble, ya que hacía desde mi punto de vista muy personal (con la visión de muchos años después), la función más difícil de la media cancha: el equilibrio y hacer el juego fácil e inteligente, para permitir uno que otro chispazo de creatividad que agregaba yo al juego.

Hoy cada vez que recuerdo mis tiempos de futbolista, no puedo más que añorar aquellos años en que compartí la media cancha con Jorge Cándano, uno de los más grandes jugadores de fútbol amateur mexicano, quien puso a mi alcance el entender que las más grandes y sutiles enseñanzas, para potenciar las habilidades individuales en un equipo, no derivan directamente de la habilidad individual, sino que provienen del desafío de aportar al equipo lo mejor de cada uno y de entender el valor y la fuerza de la diversidad, de la sinergia que se logra a través de la suma de las habilidades individuales, potenciando al equipo.

Jamás brillé tanto, ni me sentí más creativo, que jugando al lado de Jorge, que aportaba, no sólo el equilibrio y la estabilidad, sino la contundencia que requiere cualquier equipo al lograr una de las cosas más difíciles, paradójicamente hablando, me refiero a jugar fácil.

Lo mismo sucede en todos los equipos de la vida real, ya sea en la empresa, en la familia ó en cualquier otro ámbito, por la importancia de entender, el desafío de la individualidad (del cual hablaré en otro artículo) y del gran reto de pertenecer a un equipo, entendiendo el valor de cada compañero y logrando el gran proposito de no esconderse en el esfuerzo del equipo, maximizando así nuestros recursos individuales para el bien de este mismo.

“The challenge of belonging to a team”

Being part of a team is part of life itself; man is gregarious by nature. There are a thousand ways of congregating, and forming a team has several levels and there are diverse definitions… personally, a concept expressed by Jorge Valdano about the team especially caught my attention, in which he states that a team is “the ideal hideout for the lazy and mediocre and the perfect trampoline for boosting our skills”.

Nothing is truer and more profound, when I focused on the positive part of the concept and remembering that in high school, I used to be one of the most brilliant players on the football team of La Salle University. One day, the coach told us with great hope, that a new player was joining us who would play in the mid-field, which, in my opinion, didn’t seem to need any reinforcements, with Enrique Gongora as midfielder, Genaro Marquez (RIP) and myself as wingers. It was a great lesson for me, as when I saw the new team member play, in truth he didn’t seem to be anything out of this world, in fact if I had had to qualify him I would say that he was a player with good technique, but who played too simply, in fact I didn’t understand the reason for so much euphoria by the coach due to inclusion of the new element.

It was only with the passing of time that I understood the marvel of playing besides him, who played easily, who subliminally made me play better, look better, boost my skills and minimize my defects, covering my blind spots without the slightest fuss, always passing me the ball in a comfortable position, creating spaces and adding the rhythm that the game needed at that moment, either providing the pause or accelerating recovery, to cause the most damage to the opponent.

Little by little I progressed from being a halfback, covering the left side of the pitch, to a forward winger who freely played any side of the pitch, boosting my creativity in the attack and without worrying about other aspects that Jorge (that new player) would clearly cover, who in addition was an incredible support, given that from my personal viewpoint (with the benefit of many years’ hindsight), he performed the most difficult function of the midfield: balance and making the game easy and intelligent, allowing the fleeting sparks of creativity that I added to the game.

Today, every time I remember my days as a footballer, I yearn for those years in which I shared the midfield with Jorge Candano, one of the greatest players in Mexican amateur football, who made me understand that the best and most subtle lessons, to boost the individual skills in a team, are not directly derived from individual skill, but rather come from the challenge of contributing the best each one has to offer the team and understanding the value and force of diversity, of the synergy achieved through the sum of these individual skills, giving the team its full potential.

I never shone as much, or felt more creative than when I played besides Jorge, who provided not only balance and stability, but also the forcefulness required by any team to achieve one of the most difficult things, speaking paradoxically, I mean playing easily.

The same thing happens in all teams in real life, either in the company, in the family or in any other environment, due to the importance of understanding the challenge of the individuality (about which I will talk in another article) and of the great challenge of belonging to a team, understanding the value of each team member and not hiding within the efforts of a team, but rather maximizing our individual resources for the good of that team.

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