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La Calidad

Cuando uno prueba la calidad experimenta una sensación muy agradable. Diría que los primeros contactos con la calidad son, además de agradables, impactantes. Luego, conforme nos vamos familiarizando con ella, esa calidad se vuelve cada vez más necesaria, incluso adictiva. Así, cuando se tiene la posibilidad de elegir y de obtener calidad, está se vuelve casi un requisito «sine cua non» y es difícil aceptar algo que no la conlleve.

Por supuesto que no me refiero solamente a cosas materiales, ya que en lo material no siempre se puede tener acceso a cosas de calidad y eso es parte de la vida misma. De hecho es importante lograr ser feliz con lo que se tiene, sin caer en el conformismo, aún cuando nos hayamos vuelto más exigentes.

Para muestra, un botón: basta recordar cómo nos sentimos cuando logramos comprar nuestro primer auto. Era simplemente maravilloso. En mi caso fue un vochito de siete años de uso. Pero ese logro me hizo sentir muy orgulloso.

Hoy, después de casi tres décadas y de haber disfrutado de otros tipos de auto, imaginarse volver al modelo inicial no sería del todo fácil, aunque de necesitarse y de no haber otra posibilidad habría que acostumbrarse, como ocurre con todas las demás cosas y bienes que usamos.

En mi caso, por ejemplo, que vengo de una familia de clase media y en la que éramos ocho hijos — y si bien mis padres siempre procuraron darnos lo mejor –, siendo uno de ocho era natural conformarse con lo que había, simplemente para ser feliz y no amargarse la vida.

Sin embargo, considero es inclusive parte del crecimiento y desarrollo personal, el ir siempre en búsqueda de la calidad, en la medida de lo posible y ello aplica a cualquier ámbito de la vida.

Si lo aplicamos a las relaciones interpersonales, en realidad no tenemos por qué aceptar ninguna relación en la que no exista calidad: ni en el amor de pareja, ni en la amistad, ni en las relaciones fraternales, ni siquiera en las filiales –que son en las que más fácil terminamos por aceptar una relación que no es de la mayor calidad, por el natural desequilibrio que existe en dicha relación, ya que no hay amor más desinteresado que el de los padres a los hijos. (En cambio de hijos a padres, por lo menos hasta llegar a la madurez, suele existir un interés por parte de los hijos)–.

Muchas veces confundimos las cosas y por amor aceptamos una relación de poca calidad, lo cual es un error. Tarde que temprano terminará por romperse… Me parece que en muchas ocasiones nos cuestionamos si es que debemos conformarnos y la respuesta debe de ser un rotundo «No».

Siempre que se tenga acceso a la calidad, terminaremos por erradicar de nuestra vida cualquier cosa que no la tenga, a todos los niveles… recordando que el compromiso con la calidad no solamente consiste en buscarla, en obtenerla, en exigirla… consiste como esencial punto de partida en brindarla…

When you taste quality you feel a very pleasant sensation. I would say that the first contacts with quality are, as well as pleasant, shocking. Then, as we become more familiar with it, such quality becomes more and more necessary, addictive even. Consequently, when we have the chance to choose and obtain quality, this becomes almost a requirement “sine qua non” and it is difficult to accept something that does not have it.

Of course I don’t mean just material things, as materially it isn’t always possible to have access to quality items and that is part of life itself. In fact, it is important to be happy with what you’ve got, without falling into conformism, even when we have become more demanding.

As an example, a button: just remember how we feel when we are able to buy our first car. It was simply marvelous. In my case it was a seven year-old Beetle. But that achievement made me feel very proud.

Today, almost three decades later and having enjoyed other types of car, imagine going back to the first model would not be easy at all, even if we had to and there was not other possibility, we would have to get used to it, as occurs with other things and goods we use.

In my case, for example, where I come from a middle-class family and in which we were eight children — and although my parents always tried to give us the best –, being one of eight it was natural to conform myself with what was available, just to be happy and not make my life bitter.

However, I believe that it is even a part of growth and personal development, to always search for quality, insofar as is possible and this applies to any aspect of life.

If we apply it to interpersonal relations, in reality there is no reason why we have to accept any relationship in which quality doesn’t exist: neither in love or in friendship, or in fraternal relations, or even in filial relationships –which are those in which it is easiest to end up accepting a relationship that isn’t of the best quality, doe the natural imbalance that exists in such relationship, as there is no more disinterested love than that of parents for their children (whereas, in love of children towards their parents, at least until reaching maturity, the children usually have a vested interest)–.

We frequently confuse things and for love we accept a relationship of little quality, which is a mistake. Sooner or later it will end up breaking… It seems to me that on many occasions we ask ourselves whether we should conform and the answer should be a clear “No”.

Whenever we have access to quality, we will end up eradicating anything that doesn’t have it from our lives, on all levels… remembering that the commitment to quality doesn’t just consist of looking for it, obtaining it, demanding it… it also consists, as an essential starting point, of providing it…

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