A mí siempre me ha gustado ser respetuoso de la experiencia de la gente, de su “mochila de la experiencia”, y busco generalmente entender las reglas del juego antes de saltar a conclusiones.

Como diría Stephen Covey, me parece más sano comprender antes que ser comprendido y me gusta hacer de esto una forma de vida.

Hace un par de años, cuando vivía una época de gran transformación en una empresa, ocurrió que, siendo yo uno de los que se podrían considerar de los antiguos aunque lejos de ser un dinosaurio en la organización, llegó gente joven y bastante avispada a engrosar las filas del equipo.

En muchas ocasiones me molestaba que como buenos jóvenes llegaran a cuestionarlo todo y dentro de lo que cuestionaban había muchas cosas que obviamente requerían de arreglo o incluso de un cambio. Pero en
relación con muchas otras solamente faltaba que ellos tuviesen mucho más entendimiento del negocio para poder comprenderlas en su magnitud, dado que no requerían modificación alguna.

El tema es que ellos cuestionaban todo sin el menor recato y en la mayoría de las ocasiones con una desfachatez tal que rayaba en la insolencia. La cuestión es que de haberlos dejado cambiar todo, se hubiesen cometido errores graves y de tan difícil reparación que hubiesen arrojado como resultado final un saldo negativo.

El choque generacional me llevó a reclamarles su falta de respeto por la mochila de sus compañeros, y como era de esperarse las discusiones fueron fuertes y de ellas surgieron varios raspones, aunque a la vez muchas cosas positivas.

Entre las más positivas estuvo el que los experimentados saliéramos de muchas zonas de confort y que los nuevos empezaran a crear una mochila con su nueva experiencia. En mi opinión hay que cuestionar, pero hay que tener respeto por la mochila…

Hoy que echamos un vistazo hacia atrás nos divertimos mucho recordando ciertas anécdotas y, por supuesto, que todos aprendimos mucho, tanto los nuevos como los viejos… No cabe duda que “la experiencia es una luz que alumbra quemando”.

Respect the backpack

I have always liked to respect people’s experience, their “backpack of experience”, and I generally seek to understand the rules of the game before jumping to conclusions. As Stephen Covey would say, it seems to me to be healthier to understand before being understood and I like to make this a way of life.

A couple of years ago, when I experienced an age of great transformation in a company, it happened that, as I was one of those who could be considered to be the oldest, although far from being a dinosaur in the organization, young and quick bright people arrived to increase the ranks of the team.

On many an occasion, it bothered me that, as good young people, they came to question everything and among what they questioned there were many things that obviously needed fixing or even changing. But, regarding many others, it only needed for them to have much more understanding of the business in order to understand their magnitude, given that no alteration of any kind was needed.

The point is that they questioned everything without the least reserve and o most occasions with a cheek bordering on insolence. The question is that if I had let them change everything, they would have committed serious mistakes and so difficult to fix that the end result would have been a negative balance.

This clash of the generations lead me to complain about their lack of respect for the backpack of their fellow workers, and as was to be expected, discussions were heated resulting in several grazed egos, although at the same time a lot of positive things.

Among the most positive was that the most experienced of us left many comfort zones and the new ones started to create a backpack with their newly-acquired experience. In my opinion, you have to question things, but you also have to respect the backpack…

Now that we are taking a look back, it’s funny to remember certain anecdotes and, of course, how much we learned, both old and new… There’s no doubt that “experience is a light that illuminates by burning”.

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