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¿Dónde habitas tu vida?

¿Dónde y cómo habitas? ¿Cómo pasas la mayor parte de tu tiempo? ¿Recordando el pasado o imaginando el futuro? ¿Qué tanto vives en el presente?

No es lógico vivir lamentando o reconstruyendo mentalmente el pasado. ¡El pasado ya no está! Es, por supuesto, parte de nuestra vida y debe ser el principal proveedor de nuestro conocimiento y entendimiento de la verdad, a través de la experiencia.         

El pasado debe ser un gran archivo del cual pudiésemos echar mano para capitalizar conocimiento y entendimiento, pero, como realidad, ¡simplemente ya no está! ¡no existe!

También debemos entender el pasado como un punto de referencia para entender de dónde venimos y hacia dónde queremos ir.  Pero, echar un vistazo al pasado, debiese ser como ver por el espejo retrovisor al manejar.  Por supuesto que hay que verlo, para cuidar la trayectoria y no cometer errores, pero entre darle un vistazo y clavarle la mirada hay una diferencia enorme.

Hay quien, por otra parte, vive con la mirada y el pensamiento en el futuro, en lo que se pretende, en lo que vendrá.  Seguramente hay que bosquejar el futuro e imaginarnos en dónde queremos estar dentro de cinco o diez años, para poder planear y estructurar un plan de acción que nos permita lograr nuestros objetivos.  Lo que no podemos hacer es dejar de actuar en el hoy y de poner las manos a la obra hoy, para avanzar paso a paso hacia donde queremos llegar.

Otra problemática fuerte es la gente que vive temiendo el futuro y haciendo planes de contingencia para tratar de controlar lo incontrolable o para tratar de contener cualquier riesgo al que estamos sujetos. He descubierto que temer al futuro no ayuda  y no resuelve una determinada situación.

Cuando yo tenía 8 años de edad,  murió el papá de un amigo y desde ese día no recuerdo haber dejado de rezar al amanecer y al anochecer de un solo día para pedir que no se fuera a morir mi padre. Cuando yo llegué a los 21 años,  me informaron que mi padre padecía leucemia y de ahí, la pendiente tardó seis años para que finalmente mi padre muriera. Obviamente, uno se va preparando para ese momento que, cuando finalmente llega, por bien preparado que uno se encuentre se reprueba. Sin embargo, cuando reflexiono sobre el hecho, me doy cuenta que viví 19 años de mi vida temiendo algo que de cualquier manera terminó ocurriendo y para lo cual no podía  hacer ni lo más mínimo por evitarlo.

Me parece que es peor aún si transcurrimos nuestra vida temiendo algo que incluso es posible que nunca suceda, porque simplemente por ley de atracción es mucho más probable que ocurra algo que tememos, que algo que simplemente no está en nuestra mente.  Bien dicen que: “Fuera de mente, fuera de experiencia”. 

Por ello, es importante ubicarnos en el tiempo y en el espacio y disfrutar la vida y lo que tenemos, disfrutar nuestros procesos, incluso nuestros desaciertos, todo es parte de la misma experiencia. Más importante aún es vivir y disfrutar del presente, del proceso, de lo que está sucediendo aquí y ahora. Y la única manera de hacerlo es vivir en conciencia de sí mismo, de nuestro proceso en el tiempo y en el espacio, sin añorar el pasado, ni temer el futuro.

Dice un viejo adagio que “Vivir con una mano asiendo al pasado y la otra al futuro, nos deja crucificados en el presente”

Por eso es importante habitar en el aquí y ahora, en la realidad, confiando en el bien y tomando todo como parte del aprendizaje. Sólo se vive una vez, por lo menos esta vida, tal y como la concebimos.

Es como cuando comenzamos una carrera profesional.  En el trabajo, generalmente comenzamos como auxiliares y soñamos con que nos otorguen un nombramiento superior.  En mi caso, en la carrera que hice dentro de las compañías de seguros, soñamos con ser suscriptor de riesgos y posteriormente soñamos con ser supervisor y luego con ser subgerente y así sucesivamente…… Gerente, Subdirector, Director, Director General, etcétera.

Cuando más he disfrutado de una posición es cuando me dejé de preocupar por crecer a la siguiente posición, cuando realmente, me dedique a hacer mi labor y a aprender todo lo que mi puesto me ofrecía, sin preocuparme por lograr el siguiente escalón en el organigrama.

Hace ya más de quince años que dejé de buscar mejores posiciones y por supuesto que me llegaron promociones, mismas que disfruté, pero sin la preocupación del porvenir, habitando más en el hoy y en mi realidad, tratando de aprender de todas las personas que me rodean.

Lo mismo en la situación personal, siento que habito más en el presente, por supuesto que capitalizando la experiencia pasada y bosquejando cómo quiero vivir en el futuro, pero poniendo todo mi empeño y concentración para vivir y disfrutar al cien por ciento el único tiempo que al final del día es real…… el “hoy”.

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