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"Se impecable con tus acciones"

«Se impecable con tus palabras», nos recomienda Miguel Ruiz en su libro: «Los cuatro acuerdos». No podría estar más de acuerdo con él, ya que a veces podemos decir cosas que pueden herir profundamente a alguna persona y si debemos cuidar nuestras palabras, aún más nuestras acciones.

Me parece que a veces no medimos el alcance de nuestras acciones y no nos damos cuenta que el daño que podemos causar, incluso a nuestra gente más querida, puede ser para toda la vida.

Cuando la gente confía, se vulnera, confiarse en una persona implica hacerse vulnerable y de alguna manera ponerse en manos de alguien más  y mientras más confianza depositen en nosotros, más responsabilidad contraemos con esa persona.

Cuando nos confiamos en alguien, nos estamos poniendo en manos de esa persona, de cierta manera se vuelve nuestro «Buddy».

Me explico: Los americanos, a los soldados que enviaban al campo de batalla en la guerra, les encargaban la tarea de cuidarse mutuamente, de cubrirse las espaldas de manera reciproca y a esto se le  llamaba  «Buddy».

Y sí, nuestra gente más cercana, de alguna manera, cuando se confía en nosotros, nos hace, por ese simple hecho, adquirir una gran responsabilidad. Debemos cuidar y garantizar que su vulnerabilidad está a salvo con nosotros. Debemos ser confiables, garantizar «que seremos impecables con nuestras acciones».

Si una persona puede causar un daño con su palabra, éste es mínimo comparable con el que puede causar una acción y más si ésta implica traicionar la confianza de nuestros seres más queridos.

Yo pienso que no hay que ser egoístas y debemos ser cuidadosos, ya que lo que para nosotros puede ser algo sin trascendencia para nuestra gente más querida puede ser una herida que le duré toda la vida.

Y si bien a través de la magia del perdón se puede lograr, olvidar el hecho, difícilmente se va a recuperar la confianza.

José Luis Martín Descalzo escribió un artículo en el que enviaba una carta a la persona que se había metido a robar a su casa y le decía: » Querido Ladrón, siento decirte que me robaste mucho más de lo que tu crees al profanar mi casa y hurgar entre mis cosas, no encontraste nada de valor material, pero me robaste algo mucho más valioso y de difícil reposición… la confianza.

Por ello «seamos impecables con nuestras acciones» y estemos conscientes que perder la confianza de nuestros seres más queridos es quizás una de las cosas que a la larga nos duela más perder a nosotros y aún más a aquella que puso su confianza en nuestras manos.

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