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Generar alegría

La responsabilidad de generar es algo que me parece debe ser intrínseco al ser humano, ya que, por más que lo pienso, no encuentro un solo aspecto de la vida al cual no aplique el concepto. Por ejemplo, nadie con capacidad de generar debiese tener derecho a consumir riqueza si no la genera.

Y así como con la riqueza, el principio debería aplicar para cualquier área y ámbito de la vida, lo cual nos llevaría a que aquél que consuma debe generar al menos lo mismo que consume, y me parece que la alegría no debe ser la excepción.

Yo siempre he tratado de mantener una posición de “Generador”, y, en el caso de la alegría, siempre me he considerado un optimista y alguien que la contagia, aunque sucede que de repente puedo entrar en una mala racha y dicha situación.

Aún recuerdo una ocasión en la que yo pasaba por una etapa complicada, y, de pronto, algún evento hizo que de plano me ponchara.

Estaba yo en mi oficina bastante tarde y deprimido, cuando recibí la llamada de mi en aquel entonces jefe y ahora amigo, para preguntarme: “¿Cómo estás? Te noto que andas bajo… Ya no le pude contestar… ¡Me quebré! Y me solté llorando.

Él colgó el auricular y llegó a mi oficina para animarme y, al tratar de hacerlo, me contó la historia de Garric, el payaso que le daba alegría a toda la gente, y lo que recuerdo que me contó iba más o menos así:

Un día llegó un tipo a ver al médico en busca de ayuda, pidiéndole si podía hacer algo para quitarle esa profunda tristeza que venía cargando ya hacía algún tiempo. El médico –después de revisarlo y ver que no era nada físico lo que le aquejaba–, inmediatamente le recomendó: “Vaya a ver Garric. Le podría yo asegurar que él pone de buenas, hace reír y le levanta el ánimo a cualquiera”…

El tipo se quedó callado, como pensativo, y el doctor le volvió a insistir: “Mire, estoy seguro que usted no tienen nada físico, y que si alguien le puede ayudar ése es, sin duda, Garric”. Ante eso, el tipo le respondió: “Doctor, yo no puedo hacer eso. Le agradezco que me lo diga, pero yo simplemente no puedo
hacerlo”

El doctor lo miraba desconcertado y le dijo: “Mire, no me lo tomea mal. Pero sí que puede. De hecho cualquiera podría”. El tipo le respondió: “Cualquiera…, menos yo”. Y antes de que el doctor volviera a la carga, finalmente esbozó: “No puedo… porque yo soy Garric”.

En aquel entonces –y seguramente para subirme el ánimo– mi jefe me dijo: “¡Charly, tú no te puedes ponchar! Tú eres para nosotros como Garric”.

Y eso me hizo reflexionar sobre la importancia de generar alegría, de aportar, de ser luz para los demás, para la gente que nos toca cerca, así como él me levantó en esa ocasión contándome la historia de Garric.

Jamás se me va a olvidar ese gran detalle. Hoy tengo todavía clara la escena en la que me contó la historia y siempre que pueda la utilizaré, tantas veces como sea necesario para levantarle el ánimo a cualquiera que lo necesite y más si es alguien que acostumbra generar alegría y que, como todos, no está exento de poncharse alguna vez.

Es probable que él ya no recuerde esa ocasión; sin embargo es difícil que a mí se me olvide. Cuando tenemos una acción de apoyo para levantarle el ánimo a alguien que se cae, posiblemente no nos demos cuenta de lo importante y significativo que puede resultar para esa persona.

Si bien para nosotros puede representar sólo un detalle, para aquel a quien ayudamos a levantarse y a recuperar el ánimo perdido, lo más seguro es que jamás se le olvide que alguien, en el momento de mayor necesidad, le brindó su apoyo y jugó, para él, el papel de Garric, generando nuevamente esa alegría tan necesaria en la vida.

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