Qué difícil es no darles a nuestros hijos algo que desean y que se encuentra a nuestro alcance… es por ello que casi siempre les damos de más.
Por supuesto que en todos nosotros existe un gran placer al darles cosas a nuestros hijos, pero quizás valdría la pena profundizar y reflexionar más a detalle en el hecho.
Cuando escucho esa canción de Pablo Milanés que dice frases como “¿dónde andarán los amigos de ayer?” y “¿cuánto gané, cuánto perdí?, ¿cuánto de niño pedí?, ¿cuánto de grande logré?”, no puedo más que pensar en este cuestionamiento y lo relaciono de inmediato con la reflexión que nos ocupa.
Basta echar una mirada a nuestra situación actual y a la de nuestros amigos, para observar si hemos logrado por méritos propios un mejor nivel de vida del que nos dieron nuestros padres como hijos de familia… De haberlo logrado, ¡qué orgullo!; de lo contrario, ¡qué frustración!
Es una pregunta fuerte, pero a la vez necesaria, para no cometer un error que seguramente lamentaremos después: ¿Qué queremos para nuestros hijos? ¿Que se sientan orgullosos de sí mismos o frustrados de sus escasos logros?
Pensémoslo dos veces al darles de más a nuestros hijos… Dice un proverbio: “Educa a tus hijos con un
poco de hambre y un poco de frío”.
Hay que tener cuidado. Porque les demos lo que les demos, ellos siempre pedirán más, y la satisfacción de dar nos puede llevar a causarles un daño, si es que no reprimimos inteligentemente esos deseos de complacerlos, para que nos vean como los mejores padres del mundo.
Pensemos que el ser humano es insaciable. Mientras más les demos, más pedirán y al darles más, les estaremos poniendo cada vez más alta la vara que deberán brincar para poder sentirse orgullosos de sus logros, en vez de frustrados por no haber alcanzado el nivel al que fueron acostumbrados por sus padres.
Todos queremos tener hijos triunfadores, felices y orgullosos de sus logros, pero no es en el consentimiento y en la opulencia
heredada donde los vamos a enfocar para alcanzar esas metas, sino a través de mostrarles el camino del esfuerzo y del tesón.
Por supuesto que da mucha ternurael ver que tu hijo se esfuerza para lograr algo que tú podrías con relativa facilidad resolverle. La tentación de ayudarlo es inmensa y claro que yo, en lo personal, no soy el mejor ejemplo de lo que aquí señalo, aunque
lucho todos los días por vencer esa tentación y pienso, repienso y vuelvo a reflexionar, antes de allanar un camino para alguno de mis hijos, que lo único que va a representar es una experiencia y un proceso de crecimiento para ellos.
Debemos pensar que al final del día los papeles se invertirán, y si hacemos que se esfuercen quizás ahora no lo entiendan y hasta se molesten (cuando piden algo que se les niega, cuando consideran incluso que lo merecen), por el simple hecho
de ser quiénes son. Su argumentación a nuestras negativas es por demás variada, inteligente y creativa, pero en el fondo seguimos debatiéndonos en los mares de la duda.
No tenemos que sentirnos mal por limitar a nuestros hijos. Los límites siempre son buenos. Per se indican medida y nada como el sabio término medio.
Bertrand Russel dice: “Los placeres de la niñez debieran ser principalmente los que el niño pudiera procurarse con su esfuerzo y su inventiva en el medio que lo rodea.
Un niño como mejor se desarrolla es como la planta a la que se deja tranquila en su propio suelo, ya que el exceso de viajes y la demasiada variedad de impresiones no son buenas para el joven y hacen que cuando esté mayor esté incapacitado para una monotonía provechosa y su pensamiento se dirigirá siempre al placer próximo y no a la realización lejana”.
Russel nos dice también: “Comoquiera que pensemos, somos hijos de la tierra y nos alimentamos de ella, al igual que los animales y las plantas. El ritmo de la vida de la tierra es lento; el otoño y el invierno son tan esenciales para él, como la primavera y el verano y el descanso es tan esencial como el movimiento y que una vida feliz debe ser, en una gran extensión, una vida tranquila, porque sólo en una atmósfera de quietud puede vivir la verdadera alegría”.
No debemos cejar en el intento de educarlos en el esfuerzo y convencerlos de que el crecimiento se deriva del trabajo y no de recibir las cosas fáciles, porque de algo podremos estar seguros: de lo que no nos vamos a salvar es del juicio de nuestros hijos. Y de lograr educarlos en el camino del esfuerzo, en el futuro nos lo agradecerán, y que, de no hacerlo, al final del día nos lo reprocharán.
Felicidades.
Un buen artículo y cuanta razón.
Saludos
Gracias Alvarito!
Un abrazo
Querido Carlos, he leido con atención los artículos que has tenido a bien compartir y para cada uno de ellos tendría una reflexión, todos son muy buenos, pero éste me parece que es uno de los mejores y mejor documentados, te felicito por tu crecimiento personal, estoy seguro que la evolución en tu vida siempre será ascendente. Siempre será enriquecedor compartir contigo algunas ideas, espero que podamos hacerlo pronto.
Tu amigo de siempre.
Excelente!! Es muy cierto. Cuando las cosas les cuestan más trabajo, las aprecian más, sobretodo cuando las logran con su propio esfuerzo y no con la ayuda de los papás.
Gracias por tus reflexiones. Después leo las otras, porque ahorita ando con mucha chamba. Besos
Gracias Chapparra:
Me da gusto que te haya gustado
Un beso
Gracias mi querido Oscarín! Ojalá nos veamos pronto! Un abrazo
Comparto tu pensamiento pienso que darles todo es negarles el maravilloso sabor del éxito, conseguir algon por ellos mismos desarrolla su creatividad, es increíble darnos cuenta como nos superamos día a día luchando por un sueño, brindarles a nuestros hijos este espacio es una bendición aún cuando es difícil dejarles caer en ocasiones…
Hola
Gracias por el comentario, totalmente de acuerdo, pero que dificil es tener en tus manos ayudarles en algo y no hacerlo, coincido contigo.
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muy linda y acertada esta reflexion. pero que pasa cuando una madre no puede corregir a sus hijos porque su marido no lo permite.
Vale la paena el árticulo sobre la educación
Me lleve una gran sorpresa con tus reflexiones. He leido varias y las disfruto mucho y ademas aprendes. Me encanto la de los hijos, la del cumpleaños y la de tu madre.
Espero seguir teniendo la oportunidad de leerlas.
Martha
bien lo dice la palabra de dios porque te amo por eso te corrijo,desafortunadamente hoy tenemos como enemigos al como se interpreta la forma de ser con nuestros hijos por que no agrada la dureza ni la carencia y mucho menos el sacrificio, el mundo nos ha envuelto en los placeres y comodidades que el consentimiento nos ciega al darle a nuestros hijos lo que no tuvimos y dejamos de darles lo que si tuvimos»hambre,esfuerzo, sacrificio»y como resultado tenemos una juventud llena de irresponsabilidades.»enseñemos a nuestros hijos a servir y a no ser servidos a compartir en vez de reclamar.»palabra de Dios.
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