Se fue Don Pepe

El 17 de febrero pasado, temprano en la mañana se fue Don Pepe Lavín. Me avisaron que se sentía muy mal y que estaba débil, cuando llegamos con la ambulancia de emergencia ya no había nada que hacer Don Pepe se había marchado.

Apenas el día anterior habíamos platicado de lo feliz y tranquilo que se sentía de haberse acercado de alguna manera a Dios a través de su hija Pilar, qué había asistido el domingo al templo y que se sentía en paz.

Don Pepe fue una persona sumamente generosa y comprometida, un hombre de contrastes, de claro-oscuros, extraordinario hijo, excelente hermano un padre comprometido para aquellos que fueron sus hijos biológicos y no sólo comprometido sino sumamente cariñoso para aquellos que solamente lo fuimos de una manera adoptiva.

Don Pepe fue una persona de gran carácter, lo que le valió tener éxito en la vida y ser juzgado con facilidad por mucha gente, en especial por aquella que tenía más cercanía con él, a la cual malacostumbró por su marcada tendencia a dar.

Los seres humanos nos acostumbramos fácilmente a recibir y Don Pepe era una persona que daba mucho y no sabía recibir, lo cual en la relación Padre- hijo es una combinación mala en extremo. Don Pepe eso, lo entendió muy tarde.

Nunca dudó en transmitir su patrimonio a sus seres queridos, lo cual hizo que jamás tuviese posesiones legalmente a su nombre, cuando requirió de apoyo, la vida le enseñó que su visión no era compartida por otros y que no encontraría eco a sus solicitudes, con contadas excepciones. Lo cual no lo hizo claudicar, ni juzgar a aquellos que no escucharon sus peticiones.

Era una persona intensa, todo lo que hacía lo hacía apasionadamente, ya fuese una ayuda, un trabajo, un proyecto o un regaño, lo que le valió que su gente más cercana lo evitara muchas veces y se alejara de él. Dudo que alguien que hubiese recurrido a él en pos de ayuda, no haya recibido una respuesta tan intensa como él.

Se forjó a temprana edad como empresario, sin contar más que con estudios primarios, lo cual, a través de trabajo arduo, le hizo desarrollar gran fuerza y confianza, para formar su fuerte carácter.

Para mi, fue siempre un gran apoyo, nuestra relación fue extraordinaria, en el camino para entenderlo tuvimos discusiones fuertes e intensas, pero al ir conociéndolo y entendiendo que jamás había maldad, ni rencor en su actuar, se fue consolidando una relación, en la que hubo un gran intercambio de cariño, apoyo y mucha enseñanza.

Al inicio de mi transito por la vida, ya volando por méritos propios, saber que en caso necesario él siempre estaría ahí, fue de gran valor, lo cual demostró cuando le necesité y eso marcó en mi un profundo agradecimiento por su persona, lo que me permitió corresponderle un poco, cuando las circunstancias, lo dejaron en una posición muy distinta de la que él se procuró en la vida.

Para mi fue un gusto poder reciprocarle en algo, situación que nunca hice con mi padre por la terrible ignorancia y el tonto paradigma que tenemos los hijos al pensar que los padres están para dar y no para recibir, lo cual es una forma naive de ver la vida al no percatarnos de que sienten, que son finitos y que terminan necesitando tanto de nosotros como nosotros de ellos, cuando fuimos niños.

Me enseñó muchas cosas, entre ellas a prever el futuro, Don Pepe siempre me decía: “ahorra”, pero él nunca ahorró.

Me enseñó que no hay que darse jamás por vencido y que por difícil que se presente la vida, siempre hay que buscar una salida, cuando a los 78 años de edad, viudo y sin mucha ilusión tuvo que buscar trabajo, lo encontró y llevó a cabo grandes logros en la tarea que le asignaron, aunque ello le obligó a enfrentarse a la corrupción que impera en el país, la cual acabó por evitar que continuara limpiando la empresa paraestatal para la que trabajó y lo dejó de nuevo en una posición de necesidad.

Posteriormente inició un nuevo y humilde negocio de comida “Como en casa” en el cual se asoció con gente buena, que lo procuró hasta el final de sus días.

A Don Pepe le vamos a extrañar muchos que tuvimos la oportunidad de valorarlo y comprenderlo, la tristeza que siento ahora por su partida, no va a ser fácil de llevar, voy a extrañar sus llamadas, sus platicas, sus enseñanzas, incluso sus intensidades.

Don Pepe:

¡Gracias por todo y descanse en Paz!

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