Es curioso cómo, a sabiendas de que hay ciertos elementos que en verdad nos afectan, no luchamos contra ellos de una manera consistente, o, mejor aún, de plano intentamos erradicarlos de nuestra vida.
La prisa está señalada como uno de los grandes males de nuestro tiempo y quizás uno de los factores que más estrés añade a nuestra vida; sin embargo, no estoy seguro de que la mayoría de la gente esté tan consciente, sobre todo, de dos cosas relevantes: por un lado del daño que genera, y por el otro, no menos grave, de la facilidad con la que caemos en sus garras.
Es cierto que conforme vamos avanzando en nuestra vida y en nuestras responsabilidades, quisiéramos abarcar más y más cosas y alcanzar mayores logros, y que esto, a su vez, requiere de más tiempo y dedicación para conseguirlo, por lo que tarde o temprano terminamos por vivir una vida con prisa.
Hay un par de factores que, sin duda, influyen:
Por un lado el tamaño y actividad de una población, ya que es en las grandes ciudades donde más fácil se observa éste fenómeno, y, por el contrario, mientras más pequeña sea una población, la gente parece vivir más fácilmente al margen de esta amenaza.
Por otro lado, el tiempo, debido a que es un hecho que en la época que vivimos, en la era de las comunicaciones, en la que la información y todo se desplaza de una manera vertiginosa, es mucho más habitual caer en la prisa.
Pero el hecho es que la prisa es una de esas cosas que, de alguna manera y en mayor o menor medida, se ha introducido en nuestra vida, y sobre la cual habría que reflexionar si queremos llevar una vida más plena.
Si analizamos un poco más a fondo el tema, posiblemente encontraremos que no es algo exclusivo ni de las grandes ciudades, ni de nuestro tiempo. Pero es una realidad que se trata de algo nada fácil de controlar.
Reflexionando un poco: ¿Nos hemos puesto a pensar si vivimos una vida de prisa? Y de ser así ¿podríamos determinar cuándo es que iniciamos a vivir de esa manera?
Yo miro por el retrovisor y trato de recordar cuándo es que se hizo presente en mi vida, pero sobre todo cuándo es que se instaló como una constante, y me pregunto qué tendría que hacer para desecharla de mi vida.
Sobre el cuándo se instaló, me re monto hasta mi infancia, cuando regresaba cansado de la escuela y una vez que había comido para reponer fuerzas, venía la disyuntiva entre jugar y hacer la tarea. Siendo parte de una familia de ocho hermanos, en la cual la supervisión no era sencilla, ganaba siempre el deseo de jugar y prolongar el juego hasta que quedaba poco tiempo para hacer la tarea, desarrollando entonces una “habilidad” para hacer el deber en el menor tiempo posible, lo que nos llevaba a la peligrosa y probablemente falsa conclusión de que bajo presión funcionamos mejor, una situación de la que hacemos, a veces, una forma de vida.
Hoy que vivo el estrés y veo la prisa presente no sólo en mi vida, sino también en la de la mayoría de la gente, me cuestiono: ¿Cuál sería la fórmula para desecharla?
Dentro de las posibles respuestas para lograr esa maravilla que sería vivir en esta turbulenta época y en donde quiera que sea, bien en un pueblo o en una agitada y cosmopolita ciudad, pero con la tranquilidad de vivir una vida que ha logrado desterrar esa maldición que llamamos prisa, me parece que algo que podría ayudar sería elegir entre hacer bien algunas cosas o hacer mal muchas.
Esto de vivir priorizando tampoco es sencillo porque nos lleva a elegir, y elegir implica renunciar, pero debemos estar conscientes que de no priorizar terminaremos por no hacer bien las cosas, viviendo estresados y siendo ineficientes, en tanto que, de hacerlo, nos permitiremos llevar una vida con menos equivocaciones, por supuesto, menos agobiada, más relajada y, no dudo, más exitosa.
Carlos:
Me recuerda la tecnica de los 4 cuadrantes que algún día vi y que dice que mis actividades las debo de identificar en base a lo que es:
1. Urgente e Importante
2. Urgente pero no Importante
3. No Urgente pero si Importante y
4. No Urgente y no Importante
Cuando analizamos esto, a veces resulta que caemos en hacer lo «No Urgente y no Importante» y por esto mismo nos «agarran» las PRISAS.
Gracias por tus aportaciones.
Hola Isabel:
Gracias por el comentario. coincido contigo!
Una disculpa pero mi maquina no me deja poner acentos…
siempre bienvenidos los comentarios!
Thanks for finally writing about > Desechar la prisa de nuestra vida
Reflexiones < Loved it!