Es increíble la manera en que vamos adoptando como propios paradigmas pertenecientes a nuestros padres. Solamente los confrontamos cuando la vida nos va presentando posibilidades nuevas y paradigmas que chocan con los obtenidos anteriormente, y, generalmente, cuesta trabajo romperlos y cambiarlos.
Éste es el caso del paradigma que tenemos acerca del trabajo, respecto del cual, por alguna extraña razón, siempre se nos ha tratado de inculcar que es un mal necesario, algo que “hay que hacer” o, peor aun, una maldición o castigo. Por lo menos ése es el primer mensaje que se nos ha enviado desde el pasaje bíblico del Antiguo Testamento con la expulsión de Adán y Eva del Paraíso:
“Al hombre dijo Yavéh-Dios: ‘Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas al suelo de donde fuiste tomado, pues polvo eres y en polvo te convertirás’ ”.
Ésta es probablemente la más antigua definición que conocemos sobre el trabajo. Se trata de una maldición, de una condena bíblica provocada por la palabra engañosa de la mujer. “Maldito sea el suelo por tu causa…”, y a ella le dice, además, “Parirás a tus hijos con dolor”.
En el Antiguo Testamento, el Paraíso es un lugar donde no hay que trabajar y donde todo es felicidad, bienestar, donde existe la inocente ignorancia anterior a la experiencia de saborear el fruto del Árbol del Bien y del Mal, el Árbol del Conocimiento.
Lo cierto es que los mensajes son muy fuertes, pues implican los castigos mencionados para el género humano, y además la salida del Paraíso arroja para ambos el reto del conocimiento, el desarrollo de la conciencia, el desafío de la construcción de significados.
De lo anterior me gustaría tomar tres aspectos para reflexionar, ya que la vida me ha enseñado algo muy distinto a lo que me inculcaron desde niño. Esto para mí ha sido una sorpresa tan agradable que me encantaría compartirla a través de este artículo. Haré mención a los conceptos que ahí se vierten, comenzando por esa supuesta maldición para la mujer de “parirás a tus hijos con dolor”.
Hace un año y meses, en la víspera del nacimiento de mi tercer hijo, cuando estaba por cumplir 50 años y a diferencia de cuando nació mi primera hija, poco antes de cumplir 30, me di cuenta de que las cosas se ven diferentes; de que quizás tomamos más en
cuenta ciertas experiencias o se enfoca uno en otros puntos que no habría tomado en consideración en otra etapa.
El cambio nos lo proporciona el grado de madurez que tenemos al vivir la experiencia. En ese momento, platicando con una mujer durante el curso de sicoprofilaxis, me llamó la atención un concepto sobre el trabajo de parto, el cual me dio una perspectiva nueva, fresca y francamente diferente sobre el tema.
Esta persona nos comentó que para ella los dolores de parto no eran otra cosa que una preparación sicológica para el desprendimiento, ya que, durante toda la etapa de gestación, la mujer y su hijo son uno solo y, si no hubiese esa preparación, la cual permite a la mujer digerir ese trance, sería mucho más fuerte el desprendimiento sicológico.
Ella afirmaba que cada contracción era un recordatorio para la madre de que se tenía que ir despidiendo de esa forma de vida, del proceso de la etapa fetal de su hijo y de esa maravillosa experiencia que debe significar el vivir un embarazo, para dar paso a la vivencia de una experiencia nueva, totalmente diferente y no menos maravillosa.
Desde esa perspectiva y desde la posición de la madre, qué diferente es ver esto como una enseñanza que deja el “trabajo de parto”, además de que ese trabajo debe desempeñar un papel muy importante en cuanto al proceso de crear conciencia en la madre sobre la gran responsabilidad que está adquiriendo, y no considerarlo simplemente como una maldición o un castigo bíblico.
El segundo tema que quiero reflexionar es el del concepto del trabajo en sí, específicamente la supuesta maldición de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, la cual se refería en principio a Adán, es decir, a los hombres. De entrada, en la actualidad esto ya no es algo privativo de los hombres, sino que se aplica de igual manera al hombre y a la mujer, lo cual ya constituiría la primera diferencia importante.
No me voy a meter al tema de la guerra de sexos ni al de quién tuvo la culpa o quién fue más culpable, porque eso no nos aporta nada para el tema en cuestión.
Pero creo que la parte medular de todo esto es que no podemos ni debemos ver el trabajo como un castigo, simplemente porque verlo de esa manera implicaría poseer un concepto muy pobre que, además, nos limitaría en gran medida con respecto a nuestro desarrollo.
Valdría la pena reflexionar un poco sobre eso y acerca de cómo ha ido cambiando el significado que le damos al trabajo a través de las generaciones.
Yo recuerdo que desde que éramos niños se nos infundía la idea de que el trabajo era una carga con la que había que lidiar; incluso en muchas ocasiones, cuando merecíamos un castigo, nos daban un trabajo para realizar. Pero no recuerdo que me hayan asignado determinado trabajo como un premio por algo.
Aquí valdría la pena mencionar que solamente en la educación Montessori, que conocí ya siendo adulto y de la cual afortunadamente pudieron disfrutar mis hijas, he observado que se tiene un concepto mucho más rico del trabajo: aquí el trabajo es el vehículo para nuestro desarrollo, y no lo que me enseñaron a mí en la infancia y en todas las escuelas de entonces.
Cuando comencé a trabajar, recuerdo que cada vez que saludaba a un buen amigo y maestro, don Paco Lueza, y le preguntaba cómo estaba, la respuesta invariablemente y un poco en broma era: “Aquí, Carlitos, con el castigo bíblico encima”.
Don Paco se refería a que se encontraba trabajando, y no he tenido la oportunidad de sentarme a platicar un día con él, con una cerveza enfrente, y preguntarle sobre lo que en verdad piensa del trabajo, pero me atrevo a asegurar, dado el desarrollo personal de Paco, que, si lo hiciera, además de enriquecerme con nuevos puntos de vista que quizá no esté considerando ahora, muy probablemente coincidiríamos en que el trabajo puede ser muchas cosas, dependiendo del significado que cada uno le dé, pero no un castigo bíblico.
Tomando en cuenta algunos de los significados más comunes que se le han dado al trabajo en las últimas generaciones, éste puede ser una clara división de funciones y responsabilidades (soy mujer, trabajo en la casa; soy hombre, trabajo en la caza), un medio para sobrevivir (trabajo para tener casa, vestido y sustento), una fuente de identidad, una imagen (soy lo que hago: soy bailarina, soy asegurador, soy secretario de Hacienda, soy albañil, soy ama de casa, soy mago).
O un medio para construir el escenario de mi vida (compro casa en el Pedregal o en Narvarte, tengo cuatro tarjetas de crédito,
uso bolsas Louis Vuitton, compro automóvil, tengo títulos académicos, fama y poder, soy la mejor cocinera, colecciono mariposas), una protección, algo que da seguridad y sentimiento de inclusión (formo parte del sector productivo, trabajo en X, en GNP, soy Montessori, soy del Sindicato de Traileros, soy defensa del Cruz Azul o de las Chivas).
O algo que hacer mientras… me caso, mientras encuentro algo mejor, mientras las cosas mejoran, mientras junto dinero para irme a otro país; una salida de escape para evitar la vida y evitarme a mí mismo (soy workholic), una obligación moral, algo que purifica y santifica la vida (calvinismo), un servicio para otros (me entrego a mi familia, me reconozco en los otros, es la mirada del otro lo que me define), un requisito necesario para la celebración (los mexicanos trabajamos para la fiesta (O. Paz)), o un medio para disolver el ego (contemplo mis ataduras, desato apegos).
Una de las diferencias entre mi generación y la actual es que ahora hay quizá un poco más de conciencia, e interés y material disponibles (teorías, investigación, programas, libros, películas, talleres y conferencias, internet).
Hoy la trampa es que hay tanta información, tanto que aprender, tanto que leer, tanto que descubrir y discutir sobre los hijos, sobre su educación, que queda poco tiempo y poca energía para mirarnos a nosotros mismos.
Deberíamos hablar primero del cambio en nosotros para que con nuestro ejemplo hagamos mejores personas de nuestros hijos.
El significado del trabajo ha ido cambiando a través del tiempo, de acuerdo con los ejemplos antes brindados. Sin embargo, sigue pesando y revoloteando en nuestra cabeza la idea del mensaje inicial, de castigo o maldición.
Esta situación no es para nada afortunada ante la actitud que toma el ser humano frente al trabajo, ya que hay una gran diferencia entre pensarlo como una maldición o simplemente como algo que tenemos que hacer, un mal necesario, y verlo como una bendición y la mejor forma de crecer como individuo.
El trabajo no solamente purifica, sino que es parte del proceso de la vida misma. No se podría concebir el crecimiento y desarrollo de un individuo sin el trabajo; la problemática estriba entonces en la concepción que cada quien tenga del trabajo y en el significado que cada cual le otorga.
El quid del asunto está entonces en el significado que demos al trabajo, ya que, consciente o inconscientemente, este significado impacta nuestra vida de un modo determinante.
Nuestra concepción del trabajo define, matiza y da carácter a nuestro modo de relacionarnos, a nuestro modo de amar y desoñar, a nuestro modo de vivir y de morir. Y no sólo al de nosotros, sino también, de cierta manera, al de nuestros hijos, ya que ellos, más que aprender los conceptos que tratemos de transmitirles, aprenden de nuestras actitudes ante la vida, ante el trabajo, de lo que demostremos nosotros con nuestra actuación.
Ellos observan y captan como esponjas nuestras acciones y comportamientos, de estos aprenden, en ellos se inspiran y de alguna manera los adoptan para sí, en tanto, a través del tiempo, del entorno y de nuevas experiencias, aprendan otras formas y decidan o no cambiar los paradigmas adquiridos.
Concluimos entonces que realmente no es tan importante lo que hacemos, sino el significado que damos a lo que hacemos. Es importante ser conscientes de que a través del trabajo me transformo, me construyo, crezco.
Trabajar es crear, trabajar es transformar. Trabajar es transformarnos, es cambiar. Trabajar es meditar. ¿Cómo nos construimos y cómo cambiamos por el trabajo? Contemplando las motivaciones que nos llevan a trabajar. No importa tanto lo que hacemos, sino el significado que le damos a eso que hacemos. ¿Cualquier quehacer es un trabajo? Lo es, en la medida en que afecta, modifica, transforma y sirve.
El trabajo me afecta, me modifica, me va construyendo. Por el trabajo voy cambiando. Y la contemplación disuelve el ego y me hace libre.
Por eso es tan importante hacer una introspección, dedicar un tiempo a mirarnos a nosotros mismos y tomar conciencia de que nuestros hijos aprenden, antes que nada y sobre todo, de nosotros mismos, de lo que ven, de lo que escuchan, de lo que perciben (con antenas delicadísimas) de nuestras palabras, de nuestros gestos, de nuestros silencios.
EL TRABAJO Y EL CAMBIO
Por último, solamente para entender aún mejor el concepto y sobre todo el proceso del trabajo y el descanso, lo cual va estrechamente relacionado con el tema del conocimiento y de la ignorancia inocente que supuestamente vivían Adán y Eva en el Paraíso al ser expulsados de éste, con el reto ya del conocimiento, de construir significados, vale la pena analizar el punto de vista de los metafísicos sobre el proceso triune de la vida, el cual conocí de niño a través de mi religión como la Santísima Trinidad.
En dicho proceso, lo que para el católico es Dios padre, Dios hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas en un mismo Dios, para el metafísico es la inteligencia creadora (primera posición), la inteligencia en acción, el razonamiento o trabajo mental (segunda posición) y la comprensión, iluminación o entendimiento (la tercera posición).
La última representa el gozo, el placer de haber entendido, de haber comprendido o resuelto un reto a través de dicho proceso. Esto nos lleva a que en la vida vivamos procesos en los que, mediante el trabajo de la mente, a través de la inteligencia, debemos
resolver retos con este proceso triune.
Esto nos lleva a que no podríamos quedarnos en la tercera posición, nada más en el gozo, porque sería como dejar de evolucionar. Una vez que resolvemos un reto tenemos que buscar otro más complejo y resolverlo por medio del trabajo, y ese proceso nos lleva a una espiral de crecimiento como seres humanos.
Desde que entendí eso disfruto de igual manera un lunes o un viernes, el primer día de mis vacaciones o cualquier día de mis vacaciones, como el día en que me reincorporo a mi actividad laboral o cualquier día de trabajo.
Jesús nunca habló de quedarse en una ignorancia inocente. Él siempre trató de que entendiéramos y comprendiéramos las cosas; incluso dijo: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
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Espero que mis comentarios sirvan para ponderar reflexiones:
Para quienes han basado su vida en el mundo que es movido por las fuerzas productivas, y cuya mano de obra (incluída la intelectual) sin lugar a dudas han comprobado; la transformación de su ámbito personal, familiar y sociocultural. Mas sin embargo como expresas lo ocurrido en tu formación personal, respecto del papel que jugó el trabajo, considero que existen otras esferas sociales, que no compartimos tu visión del mismo; Por ejemplo, cito a la monarquía y a la aristocracia, cuyo único trabajo consiste en vivir y contemplar al mundo con todo lo material a su alcance, para esta esfera y otras mas fuera de ellos el trabajo si representa un castigo. Por experiencia propia mi formación sociocultural a sido por gusto y gracias a mi capacidad de memoria JAMAS estudié para presentar un exámen escolar, y yo como muchos otros de mis compañeros formamos un grupo con estas características…… muchos grandes personajes de la historia jamas desempeñaron trabajo alguno, pues su sabiduría les permitió vivir de los demás, incluído Jesucristo, cuyo ministerio solo duró 3 años y a partir de Él en esta era muchísimos hemos visto el trabajo como castigo. Mira una simple promoción a la DIRECCION GENERAL DE LA FORD MOTOR COMPANY, no es mas que un gran empleo, un gran trabajo y quizas no tanto una gran paga, pero eso si una gran responsabilidad, sería mejor considerar LOS AÑOS SABATICOS para los buenos empleados, que podrían considerar premio a estos que una gran promoción laboral, el trabajo como lo quieras acomodar es el peor de los fastidios de la humanidad a partir del GRAN PROYECTO DE DIOS, pues de antemano sabía que ADAN Y EVA fallarían pues les dió ALBEDRÍO y si te preguntas que quieres hacer TRABAJAR o no, la cuestión la tendrás que enfocar a las bases económicas que tengas para vivir, quias a quienes tienen una mentalidad de empleado y que nunca serán dueños de su tiempo si puedan coincidir con tus reflexiones, pero habemos otros que no estamo de acuerdo contigo, haciendo a un lado, titulos universitarios y aplausos de los menos inteligentes que tu, los curriculums vitae de plebeyos se logran eso si con esfuerzo y trabajo, aunque no son los mas satisfactorios, pues que de importante es que un rey te contrate…. lo hace para que le trabajes y le sirvas no para hacerte parte de su reino…..
….. por ende el trabajo si es un castigo, una cosa si es importante destacar EL CONOCIMIENTO QUE SE LOGRA PARA VIVIR Y OBTENER DINERO EN ESTE MUNDO, frente a LOS DONES Y TALENTOS CON LOS QUE SE NACE, los cuales te facilitan TODO como al Rey Midas.
Todas las razones quedan supeditadas a los hechos , los hechos arrastran para bien o para mal ( normalmente para bien ) ya que un hecho siempre nos dara pie y fundamento para poder partir de ahi , enhorabuena.
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La jaqueca se produce por una alteracion en el estado de los vasos sanguineos de la cabeza, cuando esto se produce duele como si te estuvieran dando golpes en la cabeza. Este dolor afecta especialmente a las mujeres y adultos jovenes, suele durar entre cuatro y 70 horas. Puede estar causado por alteraciones por falta de suenño, stres, esfuerzos fisicos, cambios medioambientales!cambios de entornos clim?tico, alcohol, menstruacion y por algunos medicamentos.
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